El reclamo del Sporting
Se quejaban esta esplendida mañana dominguera algunos
forasteros, tras disfrutar de las Letronas en el Muelle, de la impertinencia de
la camiseta sportinguista, que les impedía sacar una perfecta fotografía del
rey Pelayo y el palacio del Marqués de Revillagigedo al mantener oculto uno de
los dos torreones bajo el brillo y colores del cartelón que lo adorna desde
hace ya un par de semanas. Y es que la llegada del nuevo propietario mejicano
del Sporting está dando para mucho.
La rivalidad regional entre Oviedo y Sporting ha servido para
rellenar conversaciones de playos y carballones durante varias generaciones ya.
Ahora, además de nuestros tradicionales localismos, podremos presumir de
internacionalidad al tener en ambas propiedades deportivas a sendos grupos económicos
llegados de la gran nación que creara Hernán Cortés, y que, como tuzos y
chilangos, gentilicio popular correspondiente a los naturales de Pachuca y
Ciudad de México, pondrán un añadido picante jalapeño a los siempre
emocionantes derbis asturianos.
El caso es que a mí, el breve parón ante el comentario
forastero, me dio para pensar que son ya, quizás, demasiados días para un
cartel publicitario, por más que sea la camiseta del Sporting, y que al pie del
Palacio, como acosándolo, aún permanecen cuatro cartelones vacios de la
Fundación CajaAstur -¿Aún existe?- que nos recuerdan que el acuerdo con la
propiedad del Palacio visaba a más altos fines; algo que, desgraciadamente,
parece que ya sólo es un recuerdo.
En Gijón contamos con una de las mayores ofertas culturales
de España en su aspecto continental, es decir, en lo tocante a edificios o
espacios públicos supuestamente dedicados, o susceptibles de serlo, al fomento
de la cultura o el conocimiento. Me viene en primer lugar a la cabeza, de forma
obvia y obligada, el mayor edificio de España, la Universidad Laboral,
vegetando desde hace años, entre algún concierto y algún acto oficial, a la
espera que algún arquitecto lo declare en ruina inhabilitante. Algo, por otra
parte, razonable si tenemos en cuenta la Ley de Memoria Histórica, ya casi
transmutada en Memoria Democrática, aunque no se aplique a los pantanos de
Pachín.
Además del Escorial asturiano, en Gijón contamos con otro
mamotreto en busca de uso. La Tabacalera de Cimadevilla sigue hoy, después de
años y millones de euros, esperando que nuestro Consistorio se aclare en
relación con lo que piensa hacer con este edifico cargado de historia gijonesa
que hoy sólo sirve para fondo de foto de grupos de despedidores solteriles,
actividad cultural en la que Gijón brilla con luz propia, mientras se ponen
hasta ahí de beber sidra en la Plaza del Lavadero. Ye lo que hay.
Y mientras de contenido cultural…poco.
Raúl Suevos
A 31 de julio de 2022
Traducción en asturiano en repdiv.blogspot.com
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