El gesto de Biden

 

A principios del 96 las cosas estaban calientes en Mostar. El funcionario alemán que hacía las veces de administrador en nombre de la Unión Europea, el señor Koschnick, había filtrado su decisión sobre el reparto de los barrios de la ciudad, en la que los serbios, los malos de la película, habían sido completamente expulsados, y croatas y bosníacos no se ponían de acuerdo. En el hotel sede de la administración europea había habido hasta tiros, y hacía falta un gesto para reconducir la situación que amenazaba con volverse de nuevo explosiva .

Allí se presentó Javier Solana, a la sazón Secretario General de la OTAN, acompañado del General Joulwan, Comandante Supremo Aliado en Europa; y lo hicieron en el avión de las Fuerzas aéreas yanquis correspondiente al segundo. Lo vimos aproximarse lentamente hacia la pista del aeropuerto de Mostar. Lo flanqueaban dos imponentes helicópteros Apache, en condiciones de repeler cualquier amenaza que pudiese manifestarse, y por el cielo un avión Awacs se encargaba de escudriñar el espacio electromagnético. Era el nivel de seguridad correspondiente al de la visita.

Hoy nos enteramos que el  presidente Biden ha llegado inopinadamente a Kiev, para alegría del presidente Zelensky y sus compatriotas, y aunque las imágenes sólo nos dan cuenta de lo imprescindible, entre otras las de un breve paseo por la tristemente famosa plaza Maidan, podemos imaginar que este viaje, cargado de simbolismo, habrá supuesto una tremenda operación de seguridad en torno al mandatario norteamericano. Ye lo que hay.

En las sociedades occidentales es el sistema representativo de gobierno el que prima sobre el resto, y en él las elecciones representan el elemento clave de toda la construcción política, por eso las campañas electorales tienen tanta importancia; la misma razón que se encuentra detrás del permanente ejercicio de búsqueda del gesto por parte de nuestros dirigentes.

El presidente Biden alcanzó la presidencia tras una reñida contienda contra un campeón de la gesticulación política, del histrionismo cabría decir, como es Donald Trump, y su inicio no pudo ser más penoso tras el desastroso abandono de Afganistán y las imágenes terribles a las que todo el mundo pudo asistir. Pareciera, para opinión de los más agoreros, que su presidencia ya estaba condenada pero, como otras veces a lo largo de la historia, una guerra inesperada ha venido a darle un apoyo sorpresivo y sorprendente.

La actitud de la administración Biden desde antes de la invasión, con sus advertencias sobre las auténticas intenciones de Putin, ha sido excelente, siguiendo con el apoyo medido y constante al gobierno ucraniano en forma de medios de combate, inteligencia, formación y apoyo político. Hoy llega un nuevo gesto que va mucho más allá de lo aparente y que, creo, le dará unos indudables réditos entre aliados para lidiar con la situación mundial, y en su país en relación con una posible reelección.

Raúl Suevos

A 20 de febrero de 2023

Traducción en bable en abellugunelcamin.blogspot.com

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