El plan de paz de Alexéi Navalny
La Brigada de Montaña llegó a Bosnia en el mes de septiembre
del 95. Pronto descubrimos cuál era nuestro papel allí, es decir, el de
comparsas sin apenas capacidad de presionar, o mucho menos imponer. Las
facciones iban a su aíre y nosotros, básicamente, tomábamos nota de lo que
sucedía, en nombre de Naciones Unidas. Era el Global Suckling System, Sistema
de Mamoneo global, en expresión afortunada de una de aquellas jornadas.
Hoy tenemos un campeón de ese sistema de mamoneo global con
el gobierno chino. Recién abstenido en la votación de condena de la Invasión de
Ucrania en NNUU, se descuelga con un plan de paz que empieza por no distinguir
entre víctima y victimario, entre agredido y agresor, entre invadido e invasor.
Una auténtica trampa que sólo los partidarios del apaciguamiento, al estilo de
lo que hicieran los europeos con Hitler antes de que invadiese Polonia, podrían
aceptar como una base mínimamente razonable para iniciar unas negociaciones.
Los chinos, compradores a bajo precio de casi toda la
producción actual de Rusia, junto a India, que intenta mantener un perfil bajo,
proponen empezar con un levantamiento de sanciones, también el respeto a las
fronteras nacionales, aunque no aclara cuales son estas. Todo parece limitarse
a una operación cosmética para tratar de evitar que los Estados Unidos sigan
apretando la soga de las sanciones a su país, algo que parece tener ya decidido
el señor Biden.
En Rusia no hay oposición política. Lo más parecido y
conocido en Occidente es el grupo de Alexei Navalny, sobrevivido a un intento
de envenenamiento y posteriormente condenando a 20 años en un juicio político.
Desde allí consigue hacer salir información sobre las penosas condiciones en
las que lo mantienen, y también, como ha sucedido esta semana, sus propuestas
políticas.
Navalny propone la retirada de las Fuerzas rusas a sus
fronteras reconocidas internacionalmente, señalando que Rusia tiene ya más
extensión de la que puede gestionar, y que sólo planteamientos imperialistas
del siglo XIX pueden justificar. Manifiesta que Rusia debe pagar la
reconstrucción de Ucrania con un plan razonable basado en los ingresos
energéticos y mineros del país. Y finaliza, quizás lo más llamativo, con el
compromiso de implementar la persecución y juicio por crímenes de guerra,
aunque no cita al señor Putin.
Es un plan absolutamente simple, fácil de comprender y también, llegado el caso, de aceptar; no tanto de implementar, puesto que a día de hoy, y mientras Putin detente el poder, el señor Navalny no es más que un prisionero del régimen, sobre cuya integridad física, actual y futura, es fácil mantener enormes dudas. Pero es el único plan de paz que Ucrania o la Comunidad internacional podría aceptar.
Raúl Suevos
A 24 de febrero de 2023
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