Formación del Espíritu Nacional

 

En tiempos de la “oprobiosa” existían aspectos que me atrevo a calificar de ejemplares. Uno de ellos era la asignatura de bachiller que da título a esta tribuna, la “Política” que le decíamos los estudiantes y que, en realidad, formaba parte del conjunto denominado “las tres Marías”, es decir, la política, la religión y la gimnasia.

La religión era cosa de un cura, generalmente paciente y comprensivo, que se limitaba, en los últimos cursos, a salir del paso sin que se generase alguna trifulca; al fin y al cabo eran ya tiempos de “dictablanda”. Para la gimnasia se contaba con algún militar, que si había suerte sería diplomado de la Escuela Central de Educación física, y si no, caso más general, con algún falangista encuadrado en la Secretaría General del Movimiento, y que, muy posiblemente, se encargaba también de la “Política”.

En el Instituto Jovellanos de Gijón, los mayores, contábamos con un buen tipo para estos menesteres, García creo recordar, quién nos hacía leer pasajes del libro y daba después aprobado general, cumpliendo con aquello de ser graciable en lo que pueda. Además, en gimnasia, se dedicaba al equipo de balonvolea, al que dirigía con éxitos nacionales, dejándonos al resto la inmensidad del patio, con sus rincones para fumadores.

Es la época, no recuerdo con exactitud el curso, que la “Política” tenía como soporte físico el libro “la Política Económica”, de Enrique Fuentes Quintana y Juan Velarde Fuertes. Dos gigantes de los estudios económicos en España. Al primero lo disfrutamos como hacedor de los Pactos de la Moncloa en los primeros años de nuestra democracia, y al segundo, asturiano de pro, lo hemos visto en nuestra región, durante muchos años, dirigir los Cursos de verano de La Granda.

Me ha venido todo esto a la cabeza con la noticia del fallecimiento del viejo profesor, a los 95 años pero con la cabeza perfectamente ágil, en Madrid, donde desarrolló su extensa labor y donde tuve ocasión de asistir a varias de sus maravillosas conferencias en las que, profanos de la economía como yo, alcanzábamos a recibir perfectamente el mensaje gracias a sus sencillas explicaciones.

Conservo aún los libros de la denostada “Política” y, una vez más, he ido a repasar el libro de Velarde y Fuentes, para de nuevo maravillarme de lo magnífica que era aquella asignatura a la que no prestábamos ninguna atención, pese a contar con unos soportes, en forma de libros, absolutamente espectaculares para los estándares con los que se desenvuelven los chicos de hoy, ciudadanos del mañana, y pienso que con Juan Velarde se va también un tipo de intelectual del que cada vez se echa más en falta su presencia.

Raúl Suevos

A 4 de febrero de 2023

Traducción en bable en abellugunelcamin.blogspot.com

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