El senador Palpatine y Anakin Skywalker

 

Con cierta frecuencia reponen nalguna cadena la serie de películas de la Guerra de las Galaxias, y en ella, entre otros, descuellan dos personajes que pertenecen al lado obscuro de la Fuerza; se trata de Darth Sidious, al que conocemos al principio ya convertido en emperador de la Galaxia, pero que antes, en una de las precuelas, era un importante senador de la Federación, es decir, Palpatine; y su ayudante, Darth Vader, al que también, en uno de los capítulos, conocemos como el joven Anakin Skywalker, o lo que es lo mismo, el padre de la princesa Leía y Luke Skywalker.

El personaje de Palpatine, según George Lucas, su creador, se inspira en dictadores históricos, como Julio Cesar o Napoleón, o el mismo Richard Nixon; pero el de Anakin es más complejo, aunque también podemos encontrar en la historia jóvenes con brillante futuro que deciden lanzarse en brazos de las fuerzas, más atractivas y rápidas, del lado obscuro. En todo caso, viene esto a cuento de lo que está a punto de suceder en los EEUU con el aparentemente seguro acceso al poder, a partir del próximo noviembre, de Donald Trump, una versión yanqui de nuestro Gil y Gil, o del italianísimo Silvio Berlusconi, todos ellos constructores, con amplio currículo judicial, venidos a buscar mayores glorias en el mundo de la política.

Donald Trump ha anunciado repetidamente que tomará venganza contra aquellos que no le apoyaron en su salida del poder tras perder las elecciones, y debe ser una amenaza creíble puesto que en la convención de su partido todos sus antiguos detractores, incluyendo a Nikie Halley, se ha apresurado a jurarle lealtad; también el nuevo Anakin, J.D. Vance, un joven y deslumbrante senador que en el pasado llegó a denominarle como el Hitler de los EEUU, y ahora abraza a su señor desde su nominación como vicepresidente, y sus posibilidades futuras teniendo en cuenta que Trump “solo” podrá estar cuatro años en el poder. Ye lo que hay.

Que el Lado obscuro avanza es una realidad si tenemos en cuenta que el tribunal Supremo yanqui ha declarado que los actos del presidente están despenalizados, haga lo que haga; un privilegio, que antes no estaba claro y que Trump usará para dirigir a los EEUU hacia un cesarismo en el que los famosos “checks and balances”, frenos y equilibrios, del sistema norteamericano pasan a segundo, o tercer plano, o simplemente desaparecerán.

España queda lejos, pensará alguno, pero Washington es la capital de este imperio en el que todos nos movemos, y lo que allí pasa a todos nos afecta, al menos en Occidente, especialmente en Europa, teniendo a Putin de vecino. Vienen tiempos difíciles y me temo que la orden de los Jedi está acabada, desgraciadamente.

Raúl Suevos

A 19 de julio de 2024

Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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