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Showing posts from January, 2022

La eurogafada

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  Este pasado fin de semana, después de muchos años, he seguido la elección del representante español para Eurovisión en el publicitado –por RTVE- festival de Benidorm. La larga lista de decepciones en el euroevento me había ido alejando del mismo. Canciones y artistas poco apropiados, y los consiguientes fracasos, con gallos en directo o mamarrachadas producto de un sistema de elección desafortunado, dieron como resultado mi extrañamiento, y, por lo visto, el de la mayoría de la audiencia. Este año parecía que el asunto tomaba derroteros diferentes y la prensa así se fue haciendo eco de los diversos participantes. Para la final ya me habían convencido y allí me planté, ante el televisor, con la esperanza de, al menos, asistir a un buen espectáculo musical, algo prácticamente desaparecido de nuestras pantallas en los últimos años. Y no defraudaron. Se vieron, al menos en opinión de este modesto aficionado, muy buenas aportaciones y espectáculos en escena, lo que ya en sí mismo es u

La nueva inquisición

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  Fue el presidente Clinton, creo recordar, el que nos hizo pensar por primera vez en estas cosas con aquello de la “afirmative action”; es decir, la selección de candidatos para las instituciones del gobierno en función de sexo, raza, credo o nacionalidad, en aquellas áreas en las que podían estar subrepresentadas esas características sociales. Una iniciativa a la que, de entrada, era muy difícil oponerse. Desde entonces la situación ha evolucionado y, en algunos casos, podríamos pensar que estamos a punto de alcanzar un punto de paroxismo tiránico en esta situación. De la “afirmative action” hemos pasado, en general en occidente y particularmente en el mundo anglosajón, a algo que se acerca mucho a la tiranía de las minorías. El pensamiento o cultura woke, “despierto”, fue lo siguiente. Un movimiento que anima a estar alerta ante las injusticias sociales basadas también en las premisas antes citadas, algo a lo que es difícil también ponerle pegas si partimos de la asunción de que l

Ucrania ¿Farol o catástrofe mayor?

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  Tras la caída de Napoleón Bonaparte se instauró, para evitar males mayores en Europa y bajo la inspiración del príncipe de Metternich, lo que se llamó el sistema de “equilibrio de poderes”, que funcionó bastante bien hasta que las veleidades de Napoleón III lo echaron a perder, lo que le costaría el trono y la Alsacia. Después sería el príncipe Bismarck el encargado de mantener un nuevo sistema de equilibrios que mantuvo más o menos en paz a las potencias, entre las que los EEUU aún no pintaban nada. Sería el crecimiento imparable de la Alemania unificada por Bismarck, ya desparecido, y la desgraciada dirección del Kaiser Guillermo II, lo que, con la ayuda de un nuevo sistema de pactos y alianzas rígido en exceso, daría lugar a la terrible Gran Guerra. Tras ella los Pactos de Versalles sembrarían la simiente de la Segunda Guerra Mundial, que abocaría a un sistema bipolar amortiguado por unas NNUU sólo un poco más eficiente que la Sociedad de Naciones del presidente Wilson. Hoy de n

De mayor quiero ser ujier

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  Cantaba la admirada Concha Velasco aquello de “Mamá quiero ser artista” en la exitosa comedia musical del mismo nombre, mediados los ochenta. Un libreto que daba cuenta de los esfuerzos de una chica provinciana para triunfar en los escenarios de la capital. Algo que, según la artista, se asemejaba en parte a lo que había sido su trayectoria vital y profesional desde sus inicios en la castellana Valladolid. Concha Velasco cuenta con la admiración de varias generaciones de españoles en su faceta profesional y, sin duda, también con el respeto en cuanto a su vivencia personal, pero hoy, retirada de los escenarios, no parece que se desenvuelva en la opulencia económica, tampoco en la indigencia, es probable que simplemente subsista con dignidad, aunque si volviese la vista atrás quizás encontrase soluciones vitales más rentables y menos arriesgadas. En Cataluña una de las mejores carreras parece ser la de ujier, aquello que antes, creo, se llamaba bedel, aunque dada mi ignorancia es

La olla podrida hispanoamericana

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  Lo de podrida es un resultado de la evolución del lenguaje puesto que, en su inicio medieval en Castilla, era “poderida”, de poderosa, ya que en aquel entonces eran muy pocos los que se podían permitir “empoderar” el cocido con unos añadidos del cochino, aquel que hoy ha puesto en cabecera de la campaña electoral castellana nuestro imprudente ministro de consumo. El paso del tiempo hizo que la “e” desapareciese quedando la olla en podrida, pero igual de rica y nutritiva, con independencia del colesterol. Después, las naves de la Corona llevarían esa olla por toda Iberoamérica, dando nacimiento a los distintos pucheros y sancochos. Todos ellos deliciosos aunque ninguno alcance los niveles de perfección del pote asturiano. Ye lo que hay. La política iberoamericana es un poco como esa olla, o pote; siempre sometida al fuego, esperando que los productos den como resultado un plato extraordinario pero, desgraciadamente, por algún motivo que escapa a mi comprensión, o quizás no, de for

Bajo la bandera europea

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  Al final de la década de los 90 tuve la fortuna de vivir y trabajar en Florencia durante tres años. Uno de mis paseos favoritos me llevaba hasta la basílica románica de San Miniato al monte, por encima del visitadísimo Piazzale Michelangelo, y desde la que se disfruta de una vista espectacular de la ciudad de los Medici. Allí abajo, al otro lado del Arno, los Ufizzi lanzan, con las estatuas de las grandes figuras renacentistas de su patio interior, el mayor y más claro mensaje de europeísmo de los últimos cinco siglos para todo aquel que quiera sentirlo. Al pie de la basilica y en torno a ella se encuentra el cementerio monumental con tumbas de numerosos florentinos de renombre, y no tanto. A mí siempre me gustó pasear por estos lugares de recuerdo y recogimiento; y en San Miniato me impresionaba especialmente la tumba de Giovanni Spadolini, gran intelectual y líder del Partito repubblicano, con forma de pila de libros sobre la cual deslumbraba el epitafio “aquí yace un italiano”;

El arte de la comunicación

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  Estos últimos días se puede afirmar sin rubor que la comunicación, la pública para ser más exactos, está en el candelabro, recordando a una antigua belleza nacional de inmarchitable verbo. Y es que nuestros políticos, ayudados por ciertos escribidores y comunicadores, dan, un día sí y otro también, munición para que el tiroteo partidista no se detenga ni siquiera los fines de semana. Somos una nación en la que no se construye porque los albañiles están todo el tiempo ocupados en tirarse los ladrillos a la cabeza con lo que, entre bajas por las heridas y perdida de insumos, no hay forma de levantar una casa. La última movida vino de la mano de las declaraciones del ministro Garzón al diario británico The Guardian . Manifestaciones que he tenido el vagar de leer, y en las que no encontré casi nada repudiable, tanto en relación con la necesidad de reducir el consumo cárnico en España como en lo tocante a los efectos nocivos de las macrogranjas. El ministro aún tuvo tiempo para referir

Más allá del Cantábrico

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  Con esta historia del Covid, entrando ya en el tercer año de su recorrido, uno no sabe muy bien a que palo arrimarse. ¿Se han dado cuenta de que el otrora santificado Fernando Simón ha desaparecido de la faz de la Tierra? ¿Y el doctor Sánchez? Es como si estuviese esperando al parte final victorioso para así evitar el papelón que viene haciendo con las sucesivas victorias finales que nos anunció en el pasado. Hoy todo lo dejan, a nivel nacional, a la autómata ministra de dulce acento e invariable ritmo que, por otra parte, una y otra vez se ve sobrepasada o ninguneada por los anuncios de las autonomías que son, por otra parte, las que cuentan con las competencias en la materia. Al final, como viene siendo desde el principio, 17 frentes de batalla contra el enemigo común, el Covid. A mí, que por profesión estoy muy hecho a obedecer, desde el inicio de la guerra me vino un enorme desasosiego, por aquello de que “orden, seguida de contraorden, el principio del desorden”. Saber de dónd

!Démerdez-vous¡

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  Hace ya bastantes años, durante mi primer destino en un Cuartel general multinacional, tenía como jefe a un joven, para los parámetros españoles, coronel de los cazadores alpinos franceses. Era el coronel Cazenave un tipo resolutivo, con una idea muy clara de las responsabilidades de cada uno, él incluido, y así, cuando algún subordinado acudía a él buscando consuelo o guía ante algún problema del servicio, si entendía que era responsabilidad del suplicante, su invariable respuesta era “!démerdez-vous¡”. A mí, con un nivel de francés apenas suficiente para haber logrado aquel puesto, me parecía que la expresión, de fácil comprensión, era una total ordinariez pero, aún así, mi curiosidad me llevó a investigar en el diccionario Robert, de mucho prestigio en Francia, en donde para mi sorpresa descubrí que sí existía y que su significado, bastante lógico, era el tradicional “arréglatelas”.     Estos días, en Francia, y 24 horas más tarde en toda Europa, se ha puesto de moda el parien

De honores y recompensas

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  Cuenta la leyenda que cuando Julio Cesar entró en Triunfo en Roma llevaba a sus pies, acuclillado en la cuadriga, a un esclavo que le susurraba “recuerda que eres mortal, oh Cesar”; y es que entrar en triunfo en la capital del imperio era el máximo honor al que un ciudadano podía aspirar. Estaba reservado para los generales “triunfantes” y en el de Cesar, nos detalla la historia, participaron también un buen número de prisioneros galos, entre ellos Vercingétorix, el líder sometido en Alexia y estrangulado al finalizar el desfile. La romanización ha dejado su impronta profunda en nuestra civilización y así vemos que en todos los países se sigue manteniendo la tradición de los honores a los grandes hombres, en unos casos con más acierto y justificación que en otros, como es el nuestro, en el que, estos últimos días, hemos podido constatar que el honor de ingresar en la real y distinguida orden de Carlos III ya no se hace por “haberse distinguido especialmente por sus acciones en bene