Rubalcaba y la obscenidad de la muerte


La muerte es obscena por definición; lo es, sobre todo, porque en el mejor de los casos, nos convierte en objeto, dejamos de ser sujeto. No disponemos de nuestra no existencia, ni siquiera cuando lo dejamos todo atado y bien atado. Cuando morimos, los del común, pasamos a ser un recuerdo, por tiempo limitado, y los que son alguien pasan a ser mercancía, como le ha pasado a Rubalcaba; mercancía política en este caso.
El miércoles pasado Rubalcaba sufrió un ictus, grave y tratado tardíamente. El jueves, tras ser intervenido, se dijo que se encontraba extremadamente grave lo que hacía intuir muerte cerebral y prever, para observadores no emocionales, que se despediría al inicio del fin de semana. La mañana del jueves fue momento de visita para los amigos reales, la tarde quedó para colegas, adversarios y camaradas, como el presidente del gobierno, Sánchez.
Con su muerte se ha desencadenado toda una parafernaliapropagandista que raya en lo obsceno. Capilla ardiente en el Congreso de diputados cuando se suponía que era sólo para presidentes del gobierno, féretro a hombros de guardias civiles y policías para remarcar la entrega de un socialista por la nación, laureles del fin de ETA obviando a Rosón, Corcuera, el propio Barrionuevo, o todos los que se dejaron la piel en esa lucha. Quizás el juez Marlaska, instructor del caso Faisán tuviese algo que decir.
Hoy son todo parabienes, parece que el señor Rubalcaba fue un dechado de virtudes políticas cuyo objetivo se centraba exclusivamente en el bien de España, y no seré yo quien ponga en duda el fondo de sus intenciones pero me da la impresión que, sobre todo, era un hombre de partido, un político que amaba a España pero siempre desde el interés del partido. Un gran profesional de la política del que, en su mejor momento, se decía, “cuidado con Rubalcaba, a la que te descuidas te la clava”, una frase que sin duda se presta a variadas lecturas.
Estamos en plena campaña electoral, municipales, autonómicas y europeas, después de unas generales que han dejado el campo político nacional cuando menos en una situación un tanto 
¿nerviosa? ¿Sorprendida? Expectante quizás. La despedida oficial de Rubalcaba, en este contexto temporal, me parece obscena y puede tener como resultado que cuando pasen estos primeros días, los
 de las luces –en los que hasta Rajoy, pagano de las bombas del 11M y victima de las maniobras de 
Rubalcaba ha tenido tiempo y pluma para escribir un panegírico-, como corresponde a un buen funeral, llegue el momento de las sombras con el riesgo de que algunos quieran cebarse en quien ya no puede defenderse.
Rubalcaba dejó la política, radicalmente, siendo secretario general del PSOE y tras una gran derrota en las elecciones europeas. Él fue quien acuñó el término gobierno frankestein ante la posibilidad de un gobierno de izquierdas con apoyo nacionalista y no creo que el señor Sánchez lo haya olvidado pero, estoy seguro, su jefe de gabinete, Redondo, le habrá hecho ver la conveniencia de convertir las exequias en un gran evento electoral. Es muy posible que Rubalcaba hubiese visto todo esto como repulsivo, como reprobable, elementos que definen lo obsceno.  
A 11 de mayo de 2019
abellugunelcamin.blogspot.com

Comments

  1. Siempre que alguien muere, se suelen recordar sus buenos méritos, aunque estén en proporción de 1/1000 sobre los malos, algunas veces perpetrados hasta durmiendo.
    Éste diabólico ser, tuvo una de sus más gloriosas actuaciones en 2010, cuando en compañía de otro "por el estilo y procedencia materna", fabricaron, en connivencia con la Directora de Navegación Aérea, una especie de huelga de controladores aéreos.
    El objetivo era, y fué, eliminar sus derechos recogidos en su Convenio, para tener pié para continuar eliminando convenios colectivos de otros grupos de trabajadores.
    ¡¡ Y lo lograron a base de publicidad engañosa, más mentiras, y, en algunos casos, amenazas.
    Descanse, si sus demonios le dejan, y mi deseo de que pronto sea acompañado por sus socios de sus múltiples tropelías.

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