Erdogán, el principio del fin
No cabe la menor duda que Recep Tayyip Erdogán es una de las grandes figuras políticas de su tiempo; desde la alcaldía de Estambul escaló por la estructura política de un país teóricamente laico desde que Mustafá Kemal Ataturk lo construyera a principios del siglo XX. Consiguió lo que parecía más difícil, desactivar al Ejército turco, guardián de las esencias laicas de la república turca con la fuerza de un partido religioso; su partido, el Partido del bienestar, al que lavaría la cara para evitar la confrontación con la ley y con el que, con el nuevo nombre, Partido de la Justicia y Desarrollo se apoderaría de todos los resortes del poder, con nueva Constitución incluida, hasta convertirse en el nuevo sultán de la Puerta dorada, al menos eso es lo que parece que él ha creído. Tanto poder, la historia nos lo ha mostrado muchas veces, acaba por emborrachar, y esto parece que es lo que le ha ocurrido al señor Erdogán que en los últimos tiempos ha ido derivando cada vez más hacia