Estamos de parto y no nos enteramos

 

El siglo XX fue sin duda el de los Estados Unidos de América, aunque compartía el liderazgo, en cierto modo, con occidente; al fin y al cabo, China luchaba por finalizar lo que allí llaman el siglo de la humillación; las guerras del opio, la de los bóxers, la ocupación japonesa, un periodo desastroso que dejó profunda huella y de la que el actual dirigente, Xi Jinping, es plenamente consciente.

En la actualidad es posible que estemos ante un cataclismo geopolítico de consecuencias similares a la caída de Constantinopla a finales del S. XV, aunque las escenas de cuerpos cayendo desde aviones yanquis o las mujeres de Kabul de nuevo encerradas en sus burkas nos lleven a centrarnos en lo accesorio y no en lo fundamental, al fin y al cabo, durante estos años la mujer afgana no alcanzó ni de lejos los niveles de libertad que tenía bajo el control soviético. No es Kabul, ni Afganistán lo que está en juego, ni siquiera, la más que probable desestabilización de Pakistán, potencia atómica, debiera quitarnos el sueño a nosotros.

Lo que parece estar desvaneciéndose es el imperio norteamericano. Es probable que aguanten, o lo intenten, aún unos años pero la forma cómo se ha dejado caer Kabul pesará como una losa sobre su imagen y prestigio en el tiempo por venir y eso, sin duda, será aprovechado por China.

Llevamos cinco años animando a China a tomar la delantera. El referéndum del Brexit fue sin duda un tremendo aldabonazo que declaraba nuestra debilidad, siguió la elección de un Trump, paladín del populismo más inconsistente, que se negaría a respaldar el artículo 5 de tratado OTAN, antes de salir de Siria abandonando a sus aliados kurdos de mala manera. Seguiría la incapacidad occidental para gestionar correctamente la pandemia del covid, rematando esa etapa con el asalto al congreso de Washington alentada por el propio Trump.

Podríamos seguir citando elementos de la política internacional que señalan la debilidad de occidente y principalmente de su líder, los Estados Unidos; un líder al que en la actualidad no temen sus posibles enemigos y del que sus amigos tienen motivos para desconfiar. Mientras tanto, en el otro lado, con independencia de su indeseable totalitarismo, China mantiene un paso firme en todos los órdenes de la política mundial, ocupando el terreno que dejan libre los EEUU y avanzando en aquellos que, pese a su presencia, considera de su interés, como el sureste asiático.

La forma como han salido los norteamericanos, y con ellos la OTAN, de Kabul, puede haber sido el toque de arrebato para que los adversarios de occidente decidan olvidar el peligro que siempre entraña la trampa de Tucídides. El mundo, posiblemente, está de parto, y no nos enteramos.      

Raúl Suevos

En Gijón a 18 de agosto de 2021

 http://repdiv.blogspot.com/2020/03/la-trampa-de-tucidides.html

Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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