Gastronomía para un futuro

 

Hace ya algunos días que el Festival mundial del queso cerró sus puertas en el ovetense “centollu” de Calatrava, y los ecos del mismo ya parecen desvanecerse en los medios de comunicación, y es que todo es perecedero, hasta el queso.

Todo hace indicar que ha sido un enorme éxito, al menos en lo que a participación popular y ventas se refiere. Los enormes espacios creados por el famoso arquitecto español parecían quedarse pequeños, y los actuales regidores de la ciudad de la Regenta parecen vislumbrar en ello un posible uso congresual para el tremendo edificio que hasta hoy sólo ha traído disgustos, y deuda. Ojalá que así sea, por el bien de Oviedo y el bolsillo de sus vecinos.

Es esta noticia gastronómica una más, en positivo,  que se añade a otras, de mucha menor enjundia, que se han venido produciendo en estos últimos meses, como la recuperación de las viñas del Palacio de Ron, en Cecos, Ibias, llevado a cabo por una pareja de emprendedores asturianos que acaba de poner en marcha una bodega, Siluvio, que nace con enormes posibilidades de futuro y gracias, según creo, a ayudas europeas. Es una gran noticia puesto que, con independencia de que guste más la sidra o el vino, que en tierras de Ibias cuenta con siglos de historia aunque ahora se asocie a la denominación Vino de Cangas, supone desde sus inicios la creación de varios puestos de trabajo y, por tanto, la fijación de población a un territorio que parece avanzar sin remisión hacia la extinción.

Mas reciente llega también la noticia de que una miel, Outurelos, de esta misma comarca, Ibias, que yo tuve la fortuna de tropezar en uno de los mejores puestos de productos asturianos del Mercado del sur de Gijón, ha obtenido el segundo puesto en una cata nacional, de lo que se han hecho eco medios asturianos y nacionales. Se trata de un joven apicultor ibiense que en la Pena Nugueira ha instalado un ecomuseo dedicado al mundo de las abejas y que mantiene un cortín, esa torre circular de piedra que preserva la seguridad de las abejas ante el ataque de los osos, en la zona del puerto del Connio, donde abunda el brezo, base de su maravillosa miel. Otro ejemplo de emprendimiento ligado a la gastronomía asturiana.


En el valle, en Marentes, me cuentan, un joven ganadero mantiene una modesta explotación de rubia asturiana –raza vacuna, no confundir, por favor- ecológica y, al otro lado del rio Ibias, en Marcellana, el pueblo hoy abandonado, sirve, una vez convenientemente vallado el entorno, para una ganadería de la misma raza en extensivo a cargo de un joven matrimonio de San Antolín. Son todas ellas iniciativas valientes de una generación de asturianos que se niega a rendirse y a abandonar el terreno a los lobos.

Es Ibias, quizás, la comarca asturiana con menos expectativas de futuro tras el cierre de la mina de Tormaleo, en la cabecera del valle, pero estos pequeños ejemplos nos muestran cómo se pueden desarrollar iniciativas ligadas a la tierra y su tradición, pero sin duda se echa en falta un mayor y más decidido impulso y ayudas por parte del Principado, y sin ello es probable que este incipiente florecer gastronómico acabe en anécdota.

Y nuestra cultura sidrera camino de la UNESCO.

Raúl Suevos

En Gijón a 14 de noviembre de 2021

Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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