Pagaremos parias

 

Cuenta Stendhal que durante su viaje a Italia, en el siglo XIX, enfermó súbitamente al contemplar tanta belleza en la ciudad de Florencia. Esto le sucedió en la basílica de la Santa Croce, tumba de Miguel Ángel, entre otros. Aunque las posibilidades de sufrir un síncope artístico en la ciudad son múltiples, inmensos, casi infinitos.

En uno de sus rincones se encuentra la basílica de Santa María Novella, muy visitada su farmacia, una de las más antiguas de Europa, por turistas de variado origen, aunque no tanto la propia iglesia. En una de sus capillas, para sorpresa del visitante español, existe un fresco que representa el mito del tributo de las cien doncellas, pagado por el rey Mauregato al califato cordobés por este rey asturiano, que ya tenía bastante carga en su historia personal sin necesidad de sufrir tal falsa ignominia histórica.

Mucho más cierta es la existencia del tributo de las parias, iniciado por el reino de León y después generalizado por el resto de reinos hispánicos, y que consistía en el pago anual por parte de los reinos de taifas para evitar que los cristianos les atacasen con sus más poderosos ejércitos o, llegado el caso, los defendiesen ante el ataque de otros reinos cristianos o agarenos. Tuvimos ocasión de apreciar su importancia en varios capítulos de la serie televisiva sobre la figura del Cid Campeador.  

En España tenemos, o deberíamos tener, un profundo conocimiento de la mentalidad de nuestros vecinos del sur, por eso resulta especialmente llamativo el proceder del doctor Sánchez en relación con el reciente cambio de posición respecto al conflicto saharaui, en el que, a lo que parece resultar, se produce una especie de rendición de la posición española a cambio de volver a la línea de salida, es decir, a quedarnos a expensas de lo que el rey Mohamed decida en cada momento de su real y soberana gana.

Las cocinas y calefacciones del país tiemblan expectantes ante la reacción argelina, y el tiempo nos dirá hasta qué punto nuestro cambio tendrá repercusiones económicas para nuestros bolsillos pero, la unilateral decisión sanchista nos deja sin ningún tipo de palanca sobre la política marroquí y, bien deberíamos saberlo, las promesas, si es que las ha habido de su parte, son tan volubles como las arenas del desierto que estos últimos días tiñen de marrón nuestros vehículos.

La valla seguirá donde está, a disposición de la voluntad de la gendarmería marroquí, y deberemos prepararnos para pagar parias en forma de llegada de productos agrícolas y de otro tipo sin cumplir con las exigencias que Europa impone a los nacionales. También las pateras, usadas como un manómetro de presión por parte de las autoridades rabatís, seguirán llegando a su voluntad. Crecerá el problema de las aguas territoriales, que ahí sigue; y los acuerdos de pesca –gestionados por Europa- nos harán temblar en cada revisión. Pagaremos parias.

Raúl Suevos

A 25 de marzo de 2022

Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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