La utopía como faro y referencia

 

La guerra de Ucrania nos está haciendo vivir uno de los periodos más turbulentos de los últimos tiempos. La situación afecta mucho más allá del propio destino de ese país pues el resultado de la invasión afectará también al equilibrio de Occidente. Una Rusia vencedora, más autócrata y crecida, asociada a la China de Xi Jinping sería demoledora para el futuro de todos.

En medio de tal oscuro panorama hay quien quiere ver posibilidades luminosas, algunas de gran trascendencia. La primera estaría en el nacimiento real de Europa; según este enfoque, la realpolitik que representa la invasión supondría un enorme revulsivo para la creación de esos Estados Unidos de Europa; sería algo así como la adrenalina del miedo promoviendo la integración regional. Para esa senda ya contaríamos con la Brújula estratégica del señor Borrell, aunque al barco aún le falten muchos aspectos en su diseño. Son grandes expectativas para momentos críticos en el devenir de las naciones europeas y más pronto que tarde veremos si tras de ellas hay algo más que una sacudida de pavores temporales.

Otra premonición de los optimistas se encuentra tras la deseable derrota rusa y la posterior transformación del país en un estado verdaderamente democrático, o al menos cercano a los estándares básicos en vigor en Europa; es decir un país susceptible de integrar la Unión Europea. Es esta quizás la más imponente de esas visiones futuristas, más incluso que esos Estados Unidos Europeos, pues implica en si misma la creación de un nuevo campeón entre las potencias mundiales, algo que daría lugar a una nueva relación de fuerzas en el mundo. Una opción más utópica que optimista.

Son ambas visiones más buenistas que realistas. La primera, la de los Estados Unidos Europeos, cuenta en su contra con una larga historia de egoísmos nacionales europeos o de sus élites políticas, y, aunque actualmente ya no se encuentre en el club el siempre renuente Reino Unido, que bastante tiene con mantenerse unido, la tarea parece más ardua de lo que los actuales campeones, Francia, potencia nuclear, y Alemania, potencia económica, podrían llegar a imaginar. No digamos ya la putinista Hungría de Orban o la hiper-conservadora y anti-rusa Polonia.

La segunda visión, la de una Europa con Rusia como parte integrante, necesita partir del lógico temor que impone una nación de 150 millones de habitantes, y los proporcionales derechos de voto, que pasaría a ser sin duda el claro campeón entre las naciones europeas pero, si esto podría asustar, qué decir de los USA y China, que se encontrarían con alguien capaz de romper el actual equilibrio incluso antes de que la India llegase siquiera a pensar  en desafiarlo.

Son visiones utópicas seguramente pero ¿Cuántas son las utopías que con el paso del tiempo se convierten en realidad?

Raúl Suevos

A 25 de abril de 2022

Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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