Desfilando en Satory

  

En el verano del 2001, ya ha llovido, me cayó el encargo, en el Ejército se le dice comisión, de hacer las veces de oficial de prensa para la Guardia Real, que entonces no contaba con ese puesto en su plantilla y tenía por delante el compromiso de desfilar el 14 de julio en Paris, por aquel tiempo bajo la presidencia de Jaques Chirac, un presidente que concita división de opiniones entre los franceses pero al que yo siempre he tenido mucho cariño por su extraordinaria dicción en la lengua de Moliere, algo que nos ayudaba muchísimo a los estudiantes de esa lengua en el desarrollo de la comprensión oral.

La parte relativa a la comunicación pública fue un perfecto desastre gracias al agregado de defensa español que antes de nuestra llegada, en una rueda de prensa, había comentado que los caballos de la Guardia Real eran sementales y eso podía ser un problema pues la Guardia Republicana contaba sobre todo con yeguas. Ni que decir tiene que a la prensa francesa ya sólo les interesó ese aspecto de nuestra Guardia Real, que llegaba con sus mejores galas, incluyendo una maravillosa batería a tiro de espectaculares caballos hispano-bretones.

El remate del asunto llegó el mismo 14 de julio con un enorme chubasco que nos costó una fortuna en uniformes echados a perder y plumeros inservibles. En mi caso, la camisa blanca que llevaba bajo el uniforme caqui se tiño de amarillo, negro y rojo, colores primarios que forman el caqui, algo que descubrí ese día, y que la dejaron inutilizada para siempre.

Los días previos, para los ensayos, répétition le dicen allí, nos desplazábamos a Satory; un espacio enorme, cercano a Versailles, sede del famoso palacio; y a Saint-Cyr, donde se encuentra la Academia de oficiales del Ejército francés. Allí, en Satory, corazón de la estatal industria de defensa francesa, se  reproducía, tantas veces como hiciese falta, lo que después sería el desfile en los Campos Elíseos; y allí es donde estos días se celebra una de las ferias de armamento más importantes del mundo, con un número de asistentes y una cifra de negocio que alegra las pestañas de los fabricantes de medio orbe, especialmente de los europeos, que entre  llamadas a la  paz en Ucrania y condenas a Vladimir Putin, aprovechan para poner en el mercado lo último de sus creaciones en el campo de la defensa.

Nuestros vecinos franceses le están colocando los ahora famosos cañones Caesar a muchos países, en medio de un renacer de la artillería. Los alemanes presentan la última versión del Leopard, su carro de combate estrella. Los ingleses no dan abasto para producir sus misiles anticarro, campeones del la infantería ucraniana. Ye lo que hay. El viejo si vis pacen para bellum triunfa en EuroSatory.

Raúl Suevos

A 14 de junio de 2022

Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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