El argumento del argumentario

 

Hace un par de días me publicaron una tribuna en el periódico local; hasta ahí nada de particular, si acaso la natural satisfacción por el hecho de que el director encontrase esas modestas líneas lo suficientemente interesantes como para decidir su publicación pero, siempre suele haber un pero, el título había sufrido una pequeña modificación, apenas una sílaba pero, siempre ese pero, suficiente para hacerme recapacitar sobre el asunto.

El título hablaba de argumentario, una herramienta típica de gabinetes de comunicación y modernos spin doctors, cuyo significado se explicitaba, creo que con nitidez, leyendo la propia tribuna. Al cambiarlo por argumento, es decir, por un razonamiento que se emplea para llevar a cabo una demostración, se le está dando al titular de la cabecera de la tribuna, una ministra en este caso, una capacidad intelectual que, precisamente, se trataba de poner en solfa en el escrito. Si no en cuanto a su real coeficiente intelectual sí en relación con su capacidad para decidir por sí misma, en asuntos de comunicación pública.  

La cuestión tiene una cierta enjundia, alejada de las capacidades de los titulares de los ministerios, objeto de la tribuna del asunto, y va en relación con la actual situación de los medios de comunicación, casi siempre deficitarios en lo económico y dependientes de la acción gubernamental –ayudas directas y publicidad- en unos casos o las semi-anónimas plataformas económicas propietarias de los mismos, en otros, que no tienen como objetivo la información del público precisamente, sino la “formación” de la opinión de ese público que cada cuatro años, aproximadamente, no lo olvidemos, se convierte en votante.

En verano las redacciones se llenan de becarios, lo que antes llamábamos aprendices. Teóricos titulados, estudiantes de último año de ciencias de la información, o paganos de un master auspiciado por la propia plataforma peridiodistica, que no ven diferencia entre argumento o argumentario, por muy profundas que estas sean; lo que da para pensar en cuanto a su formación cultural general; o aún peor sobre el currículo de su formación universitaria, que no incluye algo tan básico como el conocimiento de lo que es una herramienta normal del oficio. O quizás estamos ante un caso típico de salto de la tecla, aunque hoy se use más el corta y pega, que haya dado como resultado este pequeño litigio de ínfimo alcance pero, en este caso, vamos hacia la conclusión de que, con esa penuria económica de la que antes escribíamos, ya no quedan correctores en las redacciones que repasen el producto final antes de enviarlo a rotativas. Ye lo que hay.

Algo está claro, a mí la anécdota me ha dado argumento para volver sobre el argumentario que algún periodista prepara a los ministros en Moncloa para tratar de conformar nuestra opinión.

Raúl Suevos

A 26 de agosto de 2022

Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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