Las nuevas revoluciones

 

La Academia las define como “cambio profundo, generalmente violento, en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad nacional”, y aquí, en el suelo patrio, sabemos algo, con algunos casos de rimbombante calificativo, como fue “la gloriosa”, que para otros sólo era la “septembrina”, que tras el asesinato de su impulsor, Prim, y el abandono del recién estrenado Amadeo de Saboya ante el carajal que era este país, daría paso a la primera República, con el consiguiente ahondamiento en el quilombo político patrio. Ye lo que hay.

Más cercano tenemos el caso asturiano, el del 34, que según nos cuenta Hugh Thomas en su Carta de Asturias, con asombro e incomprensión, contaba como punta de lanza con unos mineros de sueldos más que sustanciosos en el contexto español; con unos pozos que en muchos casos contaban con economatos, botiquines y dispensarios; con algún ejemplo de cogestión de la industria, algo inusitado entonces; y también, al parecer, con la inyección de caudales del estado ya en aquel tiempo, pues no todo era rentable.

No importaba. Los mineros estaban profundamente concienciados, o adoctrinados, o tal vez enajenados, y se lanzaron, pese al chaqueteo del resto de implicados al otro lado de los puertos, a una violenta espiral revolucionaria que dejaría un reguero de muertos y destrucción, hoy glorificada por algunos gracias a la posverdad, particularmente por parte e interés del partido que sustenta el gobierno en funciones de la nación, principal impulsor y responsable de aquella bacanal de odio y fuego.

Hoy ese tipo de revoluciones está demodé, al menos en la civilizada Europa, aunque nunca hay que fiarse. Ahora se lleva otro tipo de asonadas. Como la de Amaral hace nada en uno de los infinitos festivales veraniegos, donde sorprendió a todos con un despelote tetero que, aplaudido por la Yoli y afines, ha dejado a la mayoría estupefacta, pues es dudoso que haya un país en Occidente más a la vanguardia que España en materia de senos femen-niles y todo tipo de reivindicación, o mejor aún, instauración de nuevos usos sociales en materia de género y sexo, y apunto los dos conceptos para evitar dejar a nadie fuera.

No me consta que Eva, que así se llama la cantante, sufriese ningún agobio en la casa familiar, con un padre, miembro de la música de la Academia General Militar que aún recuerdan quienes le conocieron como una afabilísima persona, y de quien siempre ha hablado muy positivamente su  hija, así que, debe haber otra motivación.

Quizás que sus ventas ya no son lo que eran, que su inventiva compositora se está secando, que los años no pasan en balde, con poco margen para saltar tetas al aire.

Revoluciones las de antes.

Raúl Suevos

A 14 de agosto de 2023

Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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