La trapería de El Llano

 

Retornan usos del pasado, y nos los presentan como gran novedad. Como ese nuevo nicho de negocio, según la noticia, que ha abierto tienda en Gijón, y que consiste en vender ropa usada al moderado precio de un euro la pieza. Un negocio que, al parecer, de origen vascuence, ya ha abierto unas cuantas tiendas en el territorio nacional, y que es bienvenido si ello potencia la reutilización de unas prendas que, si no, estarían condenadas, en muchos casos, a la ignominia del vertedero.

Pero no hay novedad en esta actividad mercantil, puesto que es vieja como el mundo, y a lo largo de las épocas ha conocido diversas formas de presentación. Como las tiendas vintage, galicismo que esconde la venta de  piezas usadas, de diversas características, y, eso sí, a precios superiores al euro que la nueva franquicia nos propone.

Tenemos también las tiendas que, regentadas por voluntarios de alguna organización caritativa, reciben donaciones textiles para, tras el adecuado tratamiento y selección, ponerlas a la venta a precios módicos para con esos ingresos apoyar diversos proyectos de carácter humanitario. Algo que, últimamente, parece hacerse cotidiano, en contraposición a una sociedad que presume de opulenta en algunos aspectos. Ye lo que hay.

Pero en nuestra ciudad hemos tenido, quizás, un caso único. Una herencia de las antiguas traperías que, a finales de los sesenta y entrados los setenta del pasado siglo, supo reconvertirse para tomar la delantera a los predictores de la moda de aquellos tiempos. Moda, por otra parte, bastante avanzada si tenemos en cuenta que, en la actual, muchos detalles y estilismos están tomados de aquella.

A la trapería del Llano llegaban, y no me pregunten mediante qué procedimiento, pues lo ignoro, unos paquetes de forma cúbica, de un metro de lado aproximadamente, formados por ropa prensada proveniente de los Estados Unidos, por aquel entonces lo más de lo más para los adolescentes gijoneses. Eran los tiempos de la guerra del Viet-Nam y de Elvis Presley, por definir un espacio temporal al lector.

En aquellos cofres del tesoro venían tejanos, camisas de flores, y, entre todo tipo de prendas, algunas prendas militares, con especial premio si salía una sahariana, o chaquetón, de las que usaban los militares yanquis en el sudeste de Asia. No les cuento ya si venía con alguna mancha oscura, que daba para elucubrar sobre una posible herida de guerra.

La pelea posterior llegaba en casa, pues las madres eran absolutamente reacias a que nos vistiésemos como si en casa no hubiera dinero para ello. Pero la realidad era que, en nuestro tranquilo provincianismo, la Trapería del Llano daba más de sí que la Pasarela Cibeles.   

Raúl Suevos

A 3 de septiembre de 2023

Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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