Todo me confunde

 

Hubo un tiempo, no hace mucho, que un cubano empoderado por Marujita Díaz, aquella folklórica otrora de fama nacional e incluso más, se apoderó de las páginas de la prensa rosa, y también de las pantallas de lo que hoy llaman “late nigt”, la noche canalla de siempre. El tal fulano, de nombre Dinio, en su despampanante desvergüenza, llegó a concitar una cierta simpatía por parte del público, especialmente cuando huía de las preguntas incomodas justificando su comportamiento con un “la noche me confunde”. Hoy somos muchos los confundidos, y aun sin salir de noche.

A mí, entre otros asuntos, me ha dejado ojiplático estos días la historia aparecida en prensa acerca de los sinsabores que una individua, antes individuo, sufre en su vida laboral a causa de su cambio de género, sancionado ante el juzgado correspondiente de acuerdo con la ley que actualmente se encarga de confirmar o ratificar los casos que se vienen produciendo.

Será mi edad, que me ha ido robando la agilidad y flexibilidad necesaria para saltar por encima de estos charcos sociales, que para la gente joven son fáciles de superar por el simple efecto de no hacerse preguntas. Y es que el protagonista de la historia es un soldado español, de casi dos metros de estatura, padre de una niña de diez, con más tatuajes que un legionario de los de cuando Millan Astray mandaba el Tercio, y que, para más inri, se declara lesbiano al que le gustan las mujeres, y, por supuesto, no tiene intención de actuar química o quirúrgicamente sobre su cuerpo. Faltaría más.

Podría ser simplemente el pasar de él la solución, pero su coronel creo que debe estar tomando pastillas para dormir, porque la tal señora exige usar los vestuarios y servicios de señoras, que no tengo claro cómo han reaccionado ante tal petición, aunque intuyo que alguna inquietud tendrán, y no le sirven los vestuarios de oficiales, menos concurridos, ofrecidos por el coronel, porque según él, ella, no corresponden a su empleo de tropa.

Al señor coronel le queda la opción de promover la construcción de servicios y vestuarios para un teórico tercer género, caso de no ser discriminatorio para esta señora, pero con los procedimientos administrativos actuales puede ser cosa de años, aunque lo más probable es que esté mirando el calendario para ver el tiempo que le queda para superar este calvario. Ye lo que hay.

Quizás estemos ante una magnífica idea para montar un sainete, esa pieza teatral tan española, con grandes dosis de astracanada, pero, ello es seguro, los festivales de Cádiz tendrán en cuenta la situación que retrata, una vez más, la España de hoy.  

Raúl Suevos

A 17 de enero de 2024

Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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