Ya lo había dicho Fidel

 

En el 2010 Fidel Castro ya había dejado todos sus cargos en la revolución, excepto el de diputado en la Asamblea, prácticamente decorativo teniendo en cuenta el sistema de gobierno castrista. Se había convertido en “soldado de las ideas”, según sus propias palabras, y se mantenía a buen recaudo sanitario en su casa de la zona cero, en Miramar, en lo que había sido el campo de golf del Yacht club de la Habana, del que aún hoy queda en servicio la zona de la playa, las piscinas y el magnífico edificio neoclásico. El resto lo ocupan las viviendas de los Castro.

Fidel aún mantenía una cierta incontinencia verbal, y eso se reflejó en una entrevista que le hizo la revista “The atlantic”, de izquierdas para los estándares de Washington, y en la que manifestó que “el modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros”, lo que generó un autentico follón, que se resolvió echándole las culpas a la revista, que había malinterpretado a Fidel. Aunque no era así.

El modelo cubano, o mejor, castrista, no ha funcionado nunca. La revolución no ha producido nada útil o aprovechable en sus 65 años de existencia. Todo ha sido un trampantojo apoyado en el bloqueo, que nunca ha sido completo y se ha basado en el pago en metálico previo de lo adquirido. Ni siquiera la famosa plaza de la Revolución de la Habana es producto de ellos, la construyó Fulgencio Batista. Ye lo que hay.

Estos días se habla de nuevo de periodo especial en la isla. Los déficit recurrentes en el presupuesto nacional se han ido cubriendo con la impresión de dinero, lo que ha llevado a la inflación, la real, no la que dice el gobierno, a cerca de un 100%. Los campos petrolíferos de Varadero están secos, y los envíos desde Venezuela son cada vez más escasos, casi inexistentes. Las cosechas, incluyendo la de azúcar, se reducen cada año porque los guajiros no quieren trabajar para un estado extractivo. El turismo crece, pero lentamente y sin cubrir las inversiones hoteleras efectuadas en los últimos años.

En Cuba sólo funciona la policía, nutrida preferentemente en La Habana con personal traído de las provincias orientales, a quienes se ofrece la oportunidad de vivir en la capital, algo prohibido en otro caso. También funciona la emigración, que empuja a todo el que puede, aunque sea atravesando la peligrosa selva del Darién, a abandonar la isla, y que, después, se convierte en la entrada fundamental de divisas para el régimen.

Estos días el gobierno cubano sube un 500% el precio de la gasolina, y, detrás, todo lo relacionado. Vivir en Cuba, para los que quedan, es un ejercicio de supervivencia.

Raúl Suevos

12 de enero de 2024

Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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