¿Morir por nada?

 

La semana pasada, alertado por alguien muy cercano, estuve disfrutando de una serie documental sobre el curso y la escuela donde se forman los especialistas de montaña de la Guardia Civil, los integrantes de los GREIM, Grupos de rescate e intervención en montaña. El producto televisivo es tan atractivo que los diez episodios fueron digeridos en sólo tres noches. Una combinación de las actividades mostradas y el magnetismo de todos y cada uno de los individuos que el realizador nos iba presentando hacia difícil irse a la cama con la incógnita de lo que nos esperaba tras la siguiente cumbre, cueva o barranco. Una maravilla de documental.

Por detrás de las imágenes, o por delante, según se mire, estaba siempre presente la calidad humana de los personajes, y sobre todos ellos la constante del servicio a los demás, la entrega absoluta con conciencia permanente del peligro vital que supone la actividad de rescate en montaña. También la tremenda profesionalidad de los integrantes de este benemérito Cuerpo, de los que estos alumnos de la Guardia Civil no son más que un ejemplo equiparable a otras especialidades, y, en general, a todos los miembros del Instituto.

Escribo esto cuando me llega la noticia del tercer muerto en el asesinato perpetrado en Barbate mediante el abordaje de una macrolancha de los traficantes de droga sobre una mucho más pequeña lancha de goma de los guardias civiles. Todo ello bajo la atenta mirada y jaleo de los actores secundarios de la actividad contrabandista desde la orilla. Y todo ello al finalizar el mismo día en el que el ministro de Interior había estado en Algeciras prometiendo ayudas y medidas, una vez más. Una vez más para que, tras algún tiempo, las cosas sigan igual o peor. El narcotráfico requiere medidas urgentes y drásticas en el Campo de Gibraltar pues el futuro de la zona, toda ella, está condenado si no se hace nada, y la vida de los guardias civiles, como se ve, no vale un comino.

Es una tragedia ver como una y otra vez estos servidores leales del estado son dejados en la cuneta. Es casi una constante la cadena de noticias dando cuenta de cómo en algunas regiones, amparándose en sus estatutos de autonomía, se recorta la presencia del Instituto, también el rosario de noticias luctuosas respecto a accidentes en los que ellos se ven envueltos, con riesgo de sus vidas y poniendo a salvo la de los ciudadanos. No hay riada o nevada en la que la Guardia Civil no nos dé muestra de su entrega total hacia nosotros. Tampoco me olvido de las grandes operaciones de todo tipo, con especial atención a la corrupción política, en las que los sumarios judiciales se sustentan en las pesquisas de los especialistas de la Benemérita. ¿Y qué reciben a cambio?

No, desde luego, un sueldo razonable. Quizás la respuesta nos la dio el despreciable Ternera cuando retóricamente se preguntaba ¿No son voluntarios? Pues eso, son gente dispuesta a darlo “Todo por la patria”. Intentemos no defraudarles al menos.

Raúl Suevos

A 10 de febrero de 2024

Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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