La tercera España de Salvador de Madariaga


Disertaba hoy un afamado columnista de la prensa nacional sobre el espacio político que se encuentra entre el PP y el PSOE y que correspondería a esa tercera España de Madariaga llamada a ser la clave de bóveda que conjuntaría el sistema político español, históricamente en permanente confrontación entre esas dos formas de ver el interés nacional.
Don Salvador en su enciclopédica España explicaba que el fracaso de la República había nacido de los egos de sus grandes hombres políticos. Según él, existía entonces un gran espacio en el centro que venía definido por los antis, anticlericalismo, antimilitarismo y anticomunismo. Ahí podía haber convergido gente como Azaña,Lerroux y Besteiro, incluso parte de lo que representaba la CEDA. Quedarían fuera de este espacio Largo Caballero, Prieto y seguramente Gil Robles.
Esos antis definían un sentir posibilista que hoy acotaríamos entre lo que algunos definen como socialdemocracia y democracia-cristiana, pero los egos, fundamentalmente los de Azaña y Lerroux, que se odiaban nada cordialmente, impidieron por completo la posibilidad de articular ese espacio político. Azaña basculó hacia los brazos del partido socialista y las cosas fueron como fueron.
Hoy nos encontramos en una situación parecida en cuanto a ese espacio que podríamos acotar por los populismos de izquierda y derechas y los nacionalismos, también de izquierda y derecha. También contamos con los egos; los tres líderes de los principales partidos sufren de un narcisismo galopante, el cuarto aún peor pues al narcisismo le añade el estalinismo. Parece existir también una clara aversión personal, al menos en relación con Ribera y Sánchez, que imposibilita cualquier posibilidad de acercar posturas y a todo ello se añade una clara deriva cesarista en el sistema de gobierno interno de los partidos, al menos en PP, PSOE y Podemos, puesto que el encontronazo habido ayer en la Ejecutiva de Ciudadanos da cuenta de que allí todavía queda algo de pluralismo.
Tenemos un problema; nuestro sistema político pivota sobre los partidos políticos, así lo establece la Constitución, y nuestros partidos han entrado en una deriva en la que la expresión discordante es cada vez más penalizada, hasta eliminarla. ¡Ay! Aquel “el que se mueva no sale en la foto” de Alfonso Guerra ¡Cuanto ha dado de sí! Esto es un problema, y grave.
Hoy día los políticos lo son de carrera, si no todos casi todos. En esta carrera se empieza jovencito en las juventudes de los partidos en las que se van conociendo y dominando las formas, los protocolos internos, el ponerse de perfil, el apuñalar en el momento preciso o respaldar al apuñalador; queda tiempo, si se le ven maneras al joven,  para hacer prácticas en instituciones nacionales o extranjeras; llegado el caso alguien ayudará para terminar con brillantez esos estudios a los que no se ha podido dedicar la adecuada atención y, pasados unos años, si se presenta la ocasión ya tenemos un nuevo líder preparado para dirigir el destino de cuarenta y tantos millones de españoles. Esta no es la tercera España que decía nuestro comunicador esta mañana, esta es la España real en la que la telegenia, los mensajes preparados en laboratorios sociológicos o la retorica son mucho más importante que la ideología que hoy se ha perdido por el camino de la modernidad mal entendida, de la macroeconomía, del ciudadano cliente.
Y tampoco debe ser consuelo el mirar para la talla moral de los líderes de nuestros vecinos.  
En Gijón a 25 de junio de 2019
Raúl Suevos
Licenciado en Ciencias Políticas, que no politólogo

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