Muerte en la extremadura europea


La palabra extremadura viene de tiempos medievales. Era la tierra que había más allá, la que estaba fuera del control de los castellanos, pero que tampoco regían los agarenos; antes, en tiempos del reino de Asturias era el desierto del Duero, desde la ciudad de León al gran rio, vaciado por Alfonso y Fruela como colchón defensivo y repoblado tiempo después por Ordoño cuando Asturias se hizo más fuerte.
Ahora España ya no tiene extremadura, es Europa quien la tiene y, como entonces, en esa zona de fronteras intangibles también se combate. No hay aceifas ni algaradas pero sigue siendo un terreno muy peligroso. En Somalia, en Libia, en la República Centroafricana, en Níger o en Mali, en todos estos países la Unión Europea despliega sus misiones, civiles, militares o mixtas. Una mezcla, según los casos, de construcción de país, fortalecimiento del estado, formación o apoyo militar; en todas ellas hay un claro peligro y el goteo de bajas es constante.
Además de esas operaciones, Francia, en cuanto antigua potencia colonial y aún con importantes intereses económicos en el área, mantiene la operación Barkhane que abarca toda la inmensa zona conocida como Sahel, zona inhóspita, semidesértica, en la que operan diversos grupos terroristas, como Ansar al din o Al Morabitun entre otros, todos ellos de raíz salafista y franquiciados de Al Qaeda o del Estado Islámico. Francia no está sola, diversos países, entre ellos España, cooperan en la operación porque el peligro afecta a toda Europa. Si se pierde el control los flujos de drogas, emigración ilegal y terror tendrán vía libre.  
Son tiempos cruciales para la Defensa Europea, en medio de un tenso juego de las grandes potencias, y con catalizadores como el Brexit de un lado, o Donald Trump de otro; tiempos de grandes decisiones para Europa. Ayer, en medio de una operación de combate, dos helicópteros franceses en vuelo táctico colisionaron con el resultado de trece soldados franceses, trece soldados europeos, muertos. Es el tributo a pagar por la seguridad de los ciudadanos europeos, un tributo que habrá que seguir pagando también en el futuro.
Francia los despedirá en los próximos días con la pompa y solemnidad que corresponde al caso, seguramente en el marco incomparable del patio de armas del Hospital de Los Inválidos de París, con el presidente Macron como maestro de ceremonia y el resto de grandes autoridades del estado 
acompañándolo. Es lo que cumple en Francia, país con un gran sentido del valor de las instituciones y
 lo que representan sus actos públicos, pero yo también quiero expresarles desde aquí y con mi modesta pluma mi agradecimiento y admiración por su entrega hasta las últimas consecuencias, y mi conduelo a sus allegados.
Que descansen en paz los soldados europeos de Francia 
Raúl Suevos
A 26 de noviembre de 2019







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