El ayer de Manuel Azaña y el hoy de Rosa Díez

EL AYER DE MANUEL AZAÑA Y EL HOY DE ROSA DIEZ
Dice Madariaga que la historia de la República fue en esencia la lucha del centro por existir y la del los extremos por impedirle ganar masa y momento. Según cuentan las crónicas el problema para que ese centro, formado por la Acción Republicana de Azaña y el Partido Radical de Lerroux, pudiese llegar a algo concreto que impidiese la polarización del frentismo formado por las izquierdas y separatistas de un lado, y las derechas que acabarían en la CEDA en el otro, se encontraba exclusivamente en la personalidad incompatible de ambos líderes.
Lerroux, venido del periodismo y al que hoy llamarían populista radical, era cordialmente despreciado por Azaña que se consideraba intelectualmente muy superior, y estas cuestiones personales impidieron que el factor de distensión, enlace y capacidad de gestar acuerdos que representa una formación de centro llegase a hacerse una realidad sólida. En su lugar, Manuel Azaña se dirigió a la izquierda y Lerroux, abandonado y dolido, cayó en las derechas. La polarización extrema llevó a la Guerra incivil, esa que algunos parecen empeñados en desenterrar.
En estos últimos os hemos asistido a un renovado reparto de papeles en la obra trágica que es la política española. Rosa Díez, formada en la dura batalla del socialismo vasco de los años de plomo, asqueada de los suyos, funda un partido transversal, UPyD, que parecía llamado a colmar ese necesario centro político vacío desde la desaparición del CDS. Poco después, en Barcelona, y ante la cesión de posiciones y principios por parte del PSC y PP, baste recordar el estatuto promovido por Maragall o la defenestración de Alejo Vidal-Quadras, aparece Ciudadanos como movimiento socialdemócrata de carácter constitucionalista y que, desde el rápido crecimiento catalán, no tardará en dar el salto a nivel nacional.
Lo sucedido después recuerda al desencuentro de Azaña yLerroux. Rosa Díez tampoco pareció ver el interés nacional de la unión de ambos partidos, y eso condujo rápidamente a la práctica desaparición de UPyD; por su parte, Albert Rivera conoció, a medida que la cuestión nacional se radicalizaba, un espectacular crecimiento que le llevó –los hechos están ahí para dar fe- a tomar decisiones equivocadas; primero un salto hacia el liberalismo que no todos comprendieron y, en las últimas elecciones, un claro posicionamiento conservador, con el objetivo de superar al PP, que dio como resultado un descalabro electoral y su abandono de la política activa.
La situación actual, en cuanto al sistema de partidos, recuerda mucho a la de hace ochenta años. Tenemos un Parlamento polarizado hasta la exasperación, en el que ni siquiera se mantienen las formas, y en el que los grupos, desgraciadamente, recuerdan demasiado a los que ya entonces se encontraban allí representados. El centro, ese centro tan necesario, imprescindible para algunos, se encuentra reducido a la mínima expresión, con un grupo, Ciudadanos, de solo 10 diputados dirigidos por una animosa líder, Inés Arrimadas, que bracea para que las revueltas aguas no la engullan en estos días que auguran tiempos peores y en los que, además, tiene que poner en marcha un proceso de refundación y renovación de liderazgo en su propio partido. Tiempos difíciles para ella y para el país.
El desencuentro de Azaña y Lerroux, en cierto modo, llevó al desencadenamiento de la Guerra incivil y hoy, los analistas pesimistas creen que la situación de España es muy similar; a mí, que no cuento con la suficiente información, me consuela pensar que en los depósitos militares actuales ya no hay, como entonces, apenas armamento y, en la calle, la Benemérita cuenta con un sistema de control de armas que es la envidia de todo occidente. Menos mal.
Raúl Suevos
A 5 de enero de 2020
Versión en asturiano en repdiv.blogspot.com

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