La hora de los militares cubanos

 

Es Cuba, desde hace más de 60 años, un país particular. Allí casi todo es diferente a lo que sucede en el resto del mundo, y todo se justifica en la lucha titánica que mantienen, desde la llegada de la Revolución, contra el mayor imperio que conocieron los tiempos, los Estados Unidos de América. Eso, dicen, lo justifica todo.

Desde la distancia pudiera pensarse que estamos ante un régimen militarista por aquello de la preeminencia que los uniformados ostentan a lo largo y ancho de las estructuras del estado, si bien, teniendo en cuenta la falta total de prácticas democráticas en el sistema político cubano, donde no existe nada parecido al voto libre y secreto, y mucho menos un sistema de partidos en el que las distintas opciones políticas pueden expresarse y optar a dirigir durante un tiempo establecido los destinos de la nación, tendríamos que hablar de una dictadura militar. Esta sería la mejor denominación del fenómeno cubano.

En Cuba el adoctrinamiento se inicia a edad temprana, a los siete años, en la organización de los Pioneros, los boy-scouts cubanos, donde se les empieza a llenar la cabeza de revolución, patria y pueblo; palabras que ya les acompañarán de por vida. Después, algunos de ellos, los mejor adoctrinados, ingresarán en los Camilitos, escuelas provinciales de educación premilitar, donde cursarán los años del bachiller a la par que manejan el fusil y apuntalan las mismas ideas de la religión revolucionaria.

Unos cuantos, muchos para un país de 10 millones de habitantes, llegarán a las escuelas de oficiales Antonio y José Maceo, en Santiago de Cuba y en La Habana, de donde saldrán promovidos a oficiales de limitada preparación -salvo en labores de inteligencia en las que son maestros- pero de inconmovible ideología revolucionaria. Toda una vida por delante para demostrar su lealtad al secretario general del Partido Comunista cubano, antes Fidel, después Raúl Castro, y ahora ese apparátchik de contrastada lealtad revolucionaria colocado por Raúl, Díaz Canel, el ejerciente presidente.

El hambre, la penuria y los estragos del covid que hoy sufren los cubanos, que ya no se creen el cuento del bloqueo, han llevado estos días a miles de ellos a la calle, en una manifestación espontánea –en Cuba, desde siempre, la disidencia está infiltrada por la contrainteligencia- que aporta imágenes impensables hace unos días; y medio mundo se mantiene expectante ante lo que pueda suceder pero, conviene no olvidarlo, todo depende de la postura que tomen esos militares que empezaron su vida profesional siendo adoctrinados en los Pioneros, y ahí se verá lo que para ellos significa la palabra pueblo.

Solo un alzamiento popular masivo, al modo rumano o ucraniano, torcerá el brazo del régimen, aunque aquí, mientras tanto, tengamos ocasión de ver como algunos de nuestros políticos se ponen de perfil y otros defienden a los castristas.

Raúl Suevos

En Gijón a 13 de julio de 2021

Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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