De Saigón a Kabul pasando por Mosul

 

Recuerdan estos días los críticos taurinos, cuando al toro ya no hay quien lo pare, lo que pasó en Saigón en 1975. En los USA algunos no duermen pensando en las imágenes de la embajada yanqui tomada al asalto por hordas de desesperados buscando su salvación de última hora; piensan en la posibilidad de que estas se repitan en breve en Kabul. Y no es para menos, los talibanes avanzan a una velocidad bárbara, solo un pelín inferior a la que sale corriendo el ejército afgano.

El caso vietnamita era un poco diferente. El ejercito tenía una cierta entidad, tanto en organización como en la prestancia de sus miembros, pero la opinión pública norteamericana estaba harta del desgaste de todo tipo que aquella guerra lejana les suponía y Nixon, recién llegado a la presidencia, decidió cortar rápidamente lo que Johnson ya había iniciado. En cuanto salieron los marines el Vietcong entró hasta el fondo como una ola imparable y por delante una aluvión de refugiados corrió, o navegó, hacia donde pudo.

En Iraq los EEUU volvieron a tropezar en la misma piedra, un ejército títere, con muchos medios pero sin moral ni voluntad de vencer, que sale corriendo en cuanto sus patrones no les respaldan. Lo vimos cuando el DAESH llego a Mosul, una ciudad de un millón de habitantes, de donde el nuevo ejército iraquí salió tan rápido que no tuvo tiempo ni para recoger su equipo. Son ahora las milicias chiitas, respaldadas por Irán, las que parecen llevar la voz cantante en lo que queda de país en las tierras del Tigris y el Éufrates.

 En Afganistán parece repetirse la historia, un ejército formado y equipado por los EEUU, ayudado en ese menester por algunos aliados, entre ellos nosotros mismos, que no aguanta dos telediarios en cuanto el enemigo, con fama de feroz y despiadado, aparece por la esquina. De nuevo un ejército sin voluntad de vencer y carcomido por la corrupción interna, con la mayoría de las plantillas nutridas por fantasmas que solo aparecían para cobrar la soldada. De nuevo todo se desmorona en cuanto los marines y los drones USA se van para casa.

Toca ahora preguntarse qué pasara con Afganistán y parece haber quórum en cuanto que volverá el Medievo al país de la mano de los talibanes aunque a mí me parece que estos de ahora vienen mucho más leídos. No me imagino a Najibullah colgado de nuevo en una plaza pública, ni tampoco dinamitando el museo de Kabul. Llevan ya años por los foros internacionales y los tiempos del mullah Omar también quedan atrás para ellos.

El gran juego ya no es entre la Rusia zarista y los británicos victorianos, ahora es China la que se juega grandes intereses en la zona con un importante ramal de la ruta de la seda bajando hacia el puerto de Gwadar en Pakistán, y con no menos importantes gasoductos y oleoductos atravesando la tierra afgana. China jugará fuerte, le va mucho en ello, y son los otros vecinos, turkmenos, tayikos y uzbekos los que quizás tengan más de qué preocuparse. Mientras tanto, en Washington, una vez recuperados del coste político interno, tendrán más recursos para centrarse en el lejano Oriente, su real preocupación.

Yo mientras tanto, aprovecharé la canícula para volver a ver tres películas muy apropiadas al tema y que os recomiendo: “Alejandro Magno”; “el hombre que pudo reinar” para los tiempos británicos, y una hilarante “war machine” para los recientes USA.

Raúl Suevos

En Gijón a 15 de agosto de 2021

http://repdiv.blogspot.com/2021/04/la-caida-de-saigon.html

Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com 

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