La sociedad mórbida

 

 

Blandura y delicadeza son las cualidades que la RAE aplica a la morbidez y durante siglos, especialmente en el arte, se asociaba con las sugerentes figuras femeninas que los grandes pintores presentaban en sus composiciones renacentistas, reservadas entonces para la exclusiva vista de los poderosos que las encargaban. Eran otras épocas, y también otros cánones de belleza, porque en los últimos tiempos esa figura, la mórbida, se asocia más a un tipo de obesidad que hoy se considera una enfermedad y una plaga social.

Esta obesidad mórbida se extiende como una epidemia, especialmente en las sociedades occidentales, las supuestamente más opulentas en el mundo, aunque, cuando observamos el fenómeno en su detalle, descubrimos que son las capas sociales más desfavorecidas las que, frecuentemente, se ven más alcanzadas por la enfermedad. Una combinación de falta de cultura y, sobre todo, falta de ingresos, muy probablemente.

El caso es que, estos últimos días, contemplando las imágenes de los refugiados afganos que llegaban a nuestro país, me llamaba la atención la falta de obesos entre los recién desembarcados. Ellos, casi todos, elegantes en sus camisolas y pantalones a juego, típicos de la vestimenta masculina de ese país, y ellas; ellas mejor no entrar en su vestimenta pues acabaremos en el odioso burka que volverá a campar en aquel país. Pero todos perfectamente delgados, como corresponde a sociedades donde la blandura y la delicadeza no existen.

Mi experiencia profesional me lleva a recordar las gentes del Kósovo y Bosnia durante la época de sus conflictos. Allí tampoco había obesidad mórbida, ni de ninguna otra clase; allí todos estaban delgados; en algunos casos dramáticamente delgados, como sucede en aquellos lugares en los que el conflicto armado se convierte en la actividad principal y el bienestar personal sólo es una entelequia.

Nosotros nos regodeamos estos días en lo bien que lo hemos hecho en la evacuación afgana, ya llegará el tiempo de los detalles, y pasamos por alto los indicadores que nos muestran cuan blanda y delicada se ha vuelto nuestra sociedad. Una sociedad en la que los jóvenes del botellón que saltan por encima de las normas y agreden a la policía, una policía generalmente con órdenes de no responder, son mucho más representativos de la España futura de lo que pueden ser esos soldados desplegados en Kabul, compañeros de los mismos que, durante años de despliegue afgano, han sido olvidados o simplemente desaparecidos de la información por mor de trasmitir una imagen suave de lo que allí sucedía. Una imagen blanda y delicada, mórbida, como nuestra sociedad.

En Italia, cuando llega la Navidad, el panettone es el rey de la gastronomía, su grado de morbidezza es el que marca la calidad del mismo. Quizás debiéramos empezar a pensar que ese es el único punto mórbido que interesa y comenzar a trabajar para erradicar el otro, el de la obesidad física y mental de nuestra sociedad, antes de que, como con el cambio climático, sea demasiado tarde. 

Raúl Suevos

En Gijón a 2 de septiembre de 2021

Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

Comments

  1. Tiene toda la razón el autor, pero yo remarcaría aún más la morbidez moral a la que nuestra sociedad ha llegado, como las normas morales de conducta pasan a ser simplemente consejos en función nuestros intereses de cada momento

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