Reflejos en el arenal

 

De y sobre Joaquín Sorolla se han escrito miles de páginas, y sus obras se exponen en los museos de todo el mundo. Se le conoce como el pintor de la luz y se dice que nadie como él ha logrado captar esa especial luminosidad del Mediterráneo y, particularmente, el juego que dan los rayos solares sobre esas finísimas láminas de agua que la ola abandona sobre la arena en su camino de retorno al mar.

El caso es que algunos estudiosos aventuran que Sorolla pudo alcanzar su técnica de los reflejos del agua en los veranos que pasó pintando a principios del siglo XX entre San Juan de la Arena y San Esteban de Pravia. Al fin y al cabo, las mínimas mareas del Mediterráneo es difícil que aportasen las circunstancias para tales juegos pictóricos. Quién sabe.

Todos estos pensamientos me han venido de la mano del anuncio de la próxima exposición de María Antonieta Laviada en la vieja Rula del Muelle de Gijón, donde ya ha expuesto otras veces, y que, procedente de la factoría Currás, nos muestra una de sus obras en forma de destello playero que muchos caminantes de la orilla del arenal de San Lorenzo reconocerán al instante como parte de la torre de San Pedro, reflejada en esa lámina translucida y brillante que nos dejan las olas en su último aliento. Una maravilla.

Laviada, de pinceles expertos y sensibles, es una depurada paisajista, con especial dedicación a las marinas de olas que parecen estar esperando el asalto de los atletas de la tabla de surf; sin olvidar las serenas y otoñales vistas de cargueros adormecidos esperando su turno en los espigones del Musel, a veces con acompañamiento de parafernalia portuaria. En otras oportunidades combina la mar, la playa, los pedreros, las praderías costeras o los acantilados, dejando constancia de los más bellos rincones de la costa de nuestra tierra; aunque ello no le impide atacar las cumbres de las sierras interiores o de la cordillera, jugando con la nieve o con los más tenues colores otoñales. Un canto asturianista que nos regala con la delicadeza de sus manos.

No estamos, al menos a mi me lo parece, muy sobrados de artistas de nivel que canten con su quehacer pictórico la belleza y plasticidad que atesora nuestra tierra asturiana en sus diversos aspectos. Desconozco si detrás de ello se encuentran las facilidades que otorgan los nuevos enfoques de la creatividad pero, quizás por ello, me resulta de mayor aprecio cuando me encuentro con trabajos cargados de clasicismo como es el caso de María Antonieta Laviada, cuya exposición he anotado ya como inexcusable a partir del próximo 4 de noviembre.

Raúl Suevos

A 20 de octubre

https://www.mariaantonietalaviada.com/

Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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