El mundial wahabita

 

Estos últimos años, desgraciadamente, nos hemos acostumbrado a oír y leer palabras como yihadista o salafista. Palabras relacionadas con el fenómeno del terrorismo islamista pero que no tienen una connotación inicial terrorista, como se pudiera pensar de entrada.

El concepto salafista hace referencia a los salafs, los compañeros del profeta, y los toma como referencia de pureza vital y religiosa para aquellos musulmanes que quieran vivir su religión con absoluta firmeza. El yihadismo, en cambio, nacido con la “interpretación” del Libro y los hechos del profeta, habla del combate interior de fiel para agradar a Dios, lo que sería la gran Yihad, y el combate con los infieles para traerlos al único Dios, es decir, la pequeña Yihad, que es la que impera en los campos de batalla desde el siglo VII.

Con el paso de los siglos los asuntos de la Fe fueron desvirtuándose, ablandándose, difuminándose, de forma que a lo largo y ancho del  mundo islámico iban apareciendo corrientes purificadoras que, generalmente con ayuda del alfanje, traían de nuevo al redil a las ovejas descarriadas, como pudieron comprobar los relajados musulmanes de Al-Andalus con la llegada de Almohades y Almorávides, radicales seguidores de las doctrinas salafistas y su corolarios yihadista.

En el siglo XVIII, en una Arabia entonces ocupada por un sultanato turco indulgente con otros pueblos y religiones, y nada rigorista en la interpretación del Islam, apareció un predicador radical de nombre Muhamad Ibn Abd Al-Wahhab, que tras aliarse y casar a su hija con un tal Muhamad Ibn Saud, dará lugar a la saga Saudita que liderará la independencia de Arabia en el plano político y a la corriente religiosa radical conocida como wahabismo. Alianza que hoy sigue dirigiendo el país y que se extendió a otros lugares, como el Qatar que hoy llena las pantallas de medio mundo.

Qatar es wahabita, y radical, como la notoriedad del mundial está poniendo en evidencia, quizás demasiado tarde, para el público en general. Allí, camuflada entre la opulencia de los petrodólares, están las cajas de caudales que financian regímenes radicales y grupos terroristas, como los que imperan y asolan las tierras del Sahel, la Extremadura de Europa; tierras de donde vendrán en el futuro próximo oleadas de desesperados inmigrantes, y zonas de combate para nuestros soldados hoy y mucho más en el futuro.

El mundial de Qatar es una gran operación de mercadotecnia política de la que nunca llegará a saberse cuantas voluntades, y a qué precio, se compraron para su elección, pero más allá de los fastuosos estadios y el brillo de los futbolistas quédense con la realidad. Es un mundial wahabita que encumbra a una dinastía islamista radical. Ye lo que hay.

Raúl Suevos

A 21 de noviembre de 2022

Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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