La memoria de cada uno
Leo hoy en un medio nacional la vivencia de una señora de San
Sebastián, 40 años, a la que ETA privó hace treinta y cinco de una infancia
feliz al lado de sus progenitores, a ella y a su hermana, y a los padres de sus
padres. Todos ellos, especialmente las niñas, marcados por el señalamiento
posterior de los terroristas que justificaron el asesinato de sus padres a la salida de un
bar del casco viejo “por drogadictos y maleantes”.
A su entierro, casi oculto, apenas asistió nadie, y por parte
de la clase política sólo un Gregorio Ordoñez que sería también asesinado algún
tiempo después. Era la ley de hierro de los terroristas vascos, primero la
muerte física y después la muerte social de los asesinados y de sus allegados.
Esta chica, hoy mujer adulta, consiguió escapar de la prisión
social de las tierras vascas, siempre con la vergüenza de creer lo que los
murmullos y la maledicencia de una población de cobardes había impregnado en su
mente de niña desamparada, y tras años de periplo humano por España y otros
países regresó a San Sebastián, justo a tiempo para tener acceso al sumario que
la Audiencia Nacional ponía a su disposición como heredera de sus padres.
Allí constaba como, tras el tiro en la nuca a su padre, su
madre, receptora de tres disparos, aún agonizó al lado de su pareja durante
unos cuantos minutos. Y también que tras los preceptivos análisis a sus
cadáveres no se encontró ningún rastro de droga en sus cuerpos, porque su padre
era un simple carpintero que se afanaba en sacar a su familia adelante, aunque
su amor al rock, como a su mujer, le llevase a dejar los cabellos largos y
gastar chupa de cuero. Quizás motivo suficiente para hacerlos objetivo de esos
grandes gudaris vascos.
Hoy esta mujer trata de tirar hacia adelante en la ciudad que
la vio nacer, y supongo que habrá saltado en su asiento cuando el candidato de
Bildu, los herederos políticos de ETA, calificaba en una entrevista a los
asesinos de sus padres como grupo armado. Unos asesinos aún hoy ignotos, pues
el caso forma parte de esos 367 aún por resolver. Ye lo que hay.
El caso es que el tiempo pasa y lo que cuenta es el interés
electoral, el de unos y otros, entre ellos el del partido del gobierno, más
interesado en lograr apoyos parlamentarios que en otra cosa, y para el que la
única memoria que cuenta es la de hace ochenta años, pues esa distrae la
atención de las cosas actuales, como esos asesinatos aún por aclarar, aunque
algunos sean socialistas.
Raúl Suevos
A 17 de abril de 2024
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