Necesita un Oliver North
O a otro semejante, porque el titular ya cumplió los 81 años
y no es probable que esté para una nueva Contra, como aquella que organizó a
finales de los 80, en tiempos de Reagan, y que le costó su carrera militar,
hasta entonces brillante, y una condena judicial que después sería anulada.
Acabaría profesionalmente como comunicador de la Fox.
Lo de la Contra fue una operación encubierta yanqui que consistía,
básicamente, en vender armas a los iraníes –prohibido por su Congreso- para
comprar con ese dinero armamento para unas guerrillas asentadas en la frontera
con Honduras con las que se pretendía hostigar y debilitar al gobierno
sandinista que derribó al régimen somocista, asentado en Managua tras la revolución
sandinista, y elecciones limpias,. Todo saltó en pedazos con el derribo de un avión
lleno de armas sobre territorio nicaragüense, y North pagó los platos rotos.
El asunto tenía muchos más flecos y derivaciones que los que
aquí se apuntan, pero viene hoy a colación de lo que sucede en Venezuela, donde
está instalada una dictadura tenebrosamente similar a la de los Castro en Cuba,
o la del Daniel Ortega actual, que nada tiene que ver con el de sus inicios, en
Nicaragua. Una dictadura, que ya sólo admiten los que ostentan la misma condición,
como muestran los invitados a la toma de posesión del sátrapa Maduro hace unos
días.
Los biempensantes se pregunta qué se puede hacer, pura
retórica, pues como muestran los ejemplos de sus vecinos, Cuba y Nicaragua, un
eficaz sistema de información interior, combinado con unas potentes fuerzas
represivas, que no de seguridad, y el respaldo de unas compradas, con diferentes
prebendas, fuerzas armadas, da como resultado el control absoluto del país, que
ya no es tal, sino una prisión para los que no han podido emigrar. Ese es el
cuadro actual venezolano.
Y aquí es cuando entra un Oliver North, que fue condenado inicialmente
no por el apoyo a la Contra sino por saltarse la prohibición de vender armas a
Irán; un lo que sea que monte una operación similar que, mediante el
hostigamiento armado –que bonito eufemismo- dé una posibilidad al pueblo
venezolano, que pese a contar con una bravísima María Corina Machado, hoy por
hoy no tiene ninguna salida para su angustioso devenir.
En la parte operativa, llegados ahí, la cosa está difícil,
puesto que para montar una operación del tipo que aquí se cuenta se necesita un
“santuario” o retaguardia, como el que ETA tuvo durante años en Francia, que en
esta caso sería la Colombia de Petro, que en relación a Venezuela hace la
esfinge, como la España de Sánchez. Y además están las petroleras. Ye lo que
hay.
Raúl Suevos
A 11 de enero de 2025.
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