Las estaciones carboneras de hoy
A más de un asturiano el título le llevará a recordar las estaciones del viejo tren automotor que subía hasta Laviana efectuando paradas a lo largo de la Cuenca Minera, pero no, no sé trata de trenes en este caso, pero sí que la referencia pasada nos lleva a los tiempos del barco a vapor y a las necesarias estaciones carboneras imprescindibles para, superada la navegación a vela, establecer rutas oceánicas a lo largo y ancho del Globo.
La idea fue desarrollada por el capitán Alfred Mahan, un teórico de la geoestrategia que allá por los finales del siglo XIX, y antes de nuestra desgraciada guerra Hispano-norteamericana, escribió varios libros sobre “la influencia del poder naval en la historia” y “el interés de los EEUU en el poder naval”, en los que dejaba entrever la necesidad perentoria para Washington de apoderarse de los restos del Imperio español para así poder establecer las imprescindibles estaciones carboneras, lo que lograría tras hundir nuestra flota en Santiago y Cavite, empresa en la que él, ya almirante, se empleó como consejero político.
Hoy ya no son necesarias esas estaciones. La Navy yanqui funciona con portaviones y submarinos nucleares que pueden pasar años sin repostar combustible, pero el poder geopolítico actual es rehén también de otras vías de comunicaciones; aquellas por las que se desplazan los bytes y los púlsares, es decir, las que soportan toda la tecnología de la información en la que se mueve el mundo actual. Y ahí también se definen estaciones y dominios.
Más allá de los drones que transforman el entorno de la guerra convencional, como vemos en Ucrania, el dominio del espacio, como muestra la red de satelites Interlink de Elon Musk, es fundamental para el control del campo de batalla, y la UE, en la que, por el momento sólo opera la red francesa Eutelsat, agiliza la puesta en marcha de la red IRIS, prevista para un hoy tardío 2030. Ye lo que hay.
Pero existen otras redes, como el cableado submarino de fibra óptica, que son y serán objetivos estratégicos de un posible enemigo (imagínense) y que son y serán objeto de nuevos diseños defensivos, tanto activos como pasivos, para tratar de evitar o paliar lo que se avecina. Unos cables, vías, por los que discurren esos trillones de datos en tiempos cada vez más reducidos, datos que necesitan de unas estaciones, nodales, de las que estos días no para de hablarse, en clave de proyectos, en España, con particular atención en Aragón, tierra que tiene energía verde, solar, eólica e hidráulica, junto a un gran rio que refrigere las instalaciones. Todo ello a falta de una nuclear que el quijote español desmantela.
Raúl Suevos
A 21 de marzo de 2025
Traducción en asturiano en abellunelcamin.blogspot.com
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