La abyección
En 1980 abandoné la Academia hacia mi primer destino profesional; cuatro años y medio en Pamplona; una ciudad que, por aquel entonces, pugnaba con la pequeña Rentería por lograr el primado entre las poblaciones con su propio grupo de asesinos especializados, que en el caso de la capital navarra eran dirigidos por una mujer de apodo Bitxori a la que no parecía que le afectasen los problemas de machismo que tanto preocupan hoy a nuestras gobernantas. Aquella escoria de la especie humana perfeccionó una carrera de 17 asesinatos por los que pagó la “enorme” cantidad de 19 años, es decir, poco más de un año por cada vida robada y cada familia destrozada. Es un balance que muestra una generosidad estatal que no se da en ninguna otra parte del mundo. En ningún lugar del planeta vale tan poco la vida humana y el dolor que su desaparición inopinada genera en su entorno. Hoy la Bitxori está desaparecida de los medios de comunicación y es posible que lleve una vida feliz rodeada de un entorno