Majestad
Estamos los españoles, con la que está cayendo, y no recuerdo mejor ocasión que la hora actual para el empleo de esa expresión de uso común; estamos los españoles, remacho, necesitados de referentes positivos en algún aspecto, que nos sirvan para sacudirnos de encima los sentimientos pesimistas que, creo, la mayoría hemos desarrollado estos últimos días.
Es difícil, jodido, pensar en clave positiva, pero dentro del desastre de planificación que supuso la visita de los Reyes a Paiporta en el día de ayer, que seguro que tuvo responsables pero difícilmente llegaremos los ciudadanos a poder identificar, a mí me queda un regusto positivo viendo el comportamiento del rey Felipe, cargado de majestad en mitad del barro y la desesperación del personal.
Lo he visto tan manifiesto que, para no equivocarme, he buscado en el diccionario de la RAE el significado de la palabra, a la que da tres acepciones, siendo la tercera la que dice que es “el título o tratamiento que se le da a Dios, y también a emperadores y reyes”, y no cabe duda que, desde ese punto de vista, aunque el papel de jefe de estado en una monarquía parlamentaria como la nuestra esté muy limitado, al rey Felipe le corresponde el título de majestad.
En la primera acepción nos habla la RAE de “grandeza, autoridad y superioridad sobre otros”, y ayer vimos que era la majestad del rey la que prevalecía sobre las otras autoridades, presidente del gobierno y de la Generalidad valenciana, que, además, con su actitud durante la visita, demostraban palpablemente que, pese a la limitación del poder real, era la superioridad moral del rey la que marcaba e imponía en aquella situación desafortunada por varios motivos. Allí también se percibía la majestad.
Es por último, la segunda acepción, “seriedad, entereza y severidad en el semblante y en las acciones” la que ayer llegó a sus niveles más altos en el comportamiento del Rey, absolutamente consciente de la tensión de aquellos momentos y, al tiempo, con la lucidez suficiente para entender que su presencia allí era ineludible una vez iniciada la visita. Una actitud, la de la pareja real que sólo puede obtener la aprobación de la ciudadanía una vez superados los momentos de tensión y analizada la jornada con la suficiente serenidad.
Si para algunos el discurso real de 2017 en relación con los sucesos de Cataluña había marcado un hito fundamental en el reinado de Felipe VI, no me cabe duda de que los tensos momentos vividos ayer, en compañía de su esposa, supondrán también un jalón no menos importante en su devenir como rey de España.
Raúl Suevos
A 4 de noviembre de 2024
Traducción en llingua asturiana en abellugunelcamin.blogspot.com
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