Vuelve el gobernín
Esta España nuestra se ha convertido en un sinvivir. Tan pronto viajamos en un cohete económico, aunque no se sepa muy bien hacia qué destino, como escarbamos en la historia patria en busca de restos arqueológicos de carácter político. Todo sea por el entretenimiento del personal, ye lo que hay. El sobresalto de esta semana ha venido de la mano de nuestros vecinos leoneses, primero los miembros de la diputación provincial, con su voto a favor de una autonomía leonesa, con Salamanca y Zamora de involuntarias comparsas, y seguidamente con la declaración del alcalde de León, significándose por una autonomía asturleonesa, y a mí, esto último, qué quieren que les diga, me ha provocado un respingo, casi un latigazo, desde el hueso de la risa hasta la nuca. Y es que casi todos los días paso en mi deambular por la siempre Plaza del parchís, antes del innombrable Generalísimo y hoy del Instituto, en uno de cuyos laterales se alza aún brillante, tras reciente limpieza de su fachada, un mag