Gastronomía, paisaje y paisanaje
A fuerza de oírlo y decirlo hemos acabado por convencernos que aquel lema, afortunada creación de un publicista, encerraba una verdad fundamental, aunque la parte gastronómica, sin duda atractiva, entrañe más consumo calórico del que la mayoría de los modernos urbanitas necesita; en cualquier caso, es indudable que el paisaje asturiano, en sus valles, costas y montañas, tras la milenaria acción de la mano del hombre ha logrado un conjunto que apabulla, por su belleza, a quien nos visita por primera vez. En los últimos tiempos, algunas acciones por parte del legislador parece que se encaminan a exacerbar el aspecto natural de la región –ahí tenemos el creciente poder de los parques nacionales y la reciente amenaza del lobo- con el riesgo de que los últimos campesinos y ganaderos arrojen la toalla y dejen el medio rural como un páramo deshabitado. Ye lo que hay, dirán algunos; pero sin paisanaje no me gusta el paisaje, digo yo. A mí, por razones profesionales, me ha tocado vivir