Giorgio Napolitano
Los españoles, me da la impresión, tenemos tendencia a mirar por encima del hombro a los italianos; quizás ello se deba a las campañas gloriosas del Gran Capitán, o más probablemente por nuestra contrastada ignorancia sobre las vivencias ajenas. El caso es que, en el asunto político, tenemos algunas coincidencias, como, por ejemplo, el sistema semipresidencialista en la Jefatura del estado. Un presidente, en su caso, un rey, en el nuestro, con muy pocas competencias, pero con una auctoritas que, más allá de lo que dicta la Constitución, tiene un poder enorme sobre el devenir de la nación. Allí se elige al presidente mediante un sistema de electores; diputados, senadores, y representantes regionales, que, en ocasiones, ha conducido a una inacabable serie de votaciones hasta lograr un resultado. En algunas oportunidades el asunto parecía insoluble, llevando a la reelección del presidente saliente ante el bloqueo de la situación. Así sucedió con Giorgio Napolitano, y el actual, Sergio