El argumento del argumentario
Hace un par de días me publicaron una tribuna en el periódico local; hasta ahí nada de particular, si acaso la natural satisfacción por el hecho de que el director encontrase esas modestas líneas lo suficientemente interesantes como para decidir su publicación pero, siempre suele haber un pero, el título había sufrido una pequeña modificación, apenas una sílaba pero, siempre ese pero, suficiente para hacerme recapacitar sobre el asunto. El título hablaba de argumentario, una herramienta típica de gabinetes de comunicación y modernos spin doctors, cuyo significado se explicitaba, creo que con nitidez, leyendo la propia tribuna. Al cambiarlo por argumento, es decir, por un razonamiento que se emplea para llevar a cabo una demostración, se le está dando al titular de la cabecera de la tribuna, una ministra en este caso, una capacidad intelectual que, precisamente, se trataba de poner en solfa en el escrito. Si no en cuanto a su real coeficiente intelectual sí en relación con su capaci