Lo han vuelto a hacer
La entradilla puede llevar a pensar que me refiero a los
redundantes independentistas catalanes, los del insoportable “Procés”, pero no.
Quienes lo han vuelto a hacer son los muchachos del coronel Corbí, el primer
desahuciado del mandato del inefable juez Marlaska, los chicos de la UCO, la
Unidad Central Operativa de la Guardia Civil. Y es que, pese a las advertencias
que en los últimos años les han llegado, con reforma orgánica del ministro
Zoilo en su momento; defenestración posterior de su jefe a manos del citado
Marlaska, y, sobre todo, la amenaza a todo el Cuerpo que supuso, supone, el
periplo humano y profesional del coronel Pérez de los Cobos, sometido a una
persecución política que sólo personal de temple extraordinario puede soportar;
pese a todo ello, han seguido cumpliendo con los mandatos de la vieja Cartilla del guardia civil;
aquella que el Duque de Ahumada les otorgó como guía y farol de su actuación profesional.
En esta ocasión han sido algunas de las muchas operaciones
que al calor de la angustia que a todos nos provocó el Covid, también a las
autoridades, se llevaron a cabo de forma poco clara, por usar una expresión
piadosa, y que, como podemos observar en la prensa de estos días, escondían
operaciones marcadas por el signo de la corrupción.
Todo parece desarrollarse en torno al ministerio de
transportes, de su ministro de entonces, y de su hombre de confianza, aunque
tampoco tengo muy claro cuál es la denominación que corresponde a este
individuo, muñidor, al parecer, de las operaciones que hoy, tras los atestados
de la Guardia Civil, instruyen en la Audiencia Nacional.
Son varios los ministerios salpicados, o implicados, y, una
vez más, sólo la unidad del Cuerpo implicada en las investigaciones y el juez
instructor estaban al tanto de lo que se investigaba, y ello durante más de dos
años, con paciencia y perseverancia, con método y profesionalidad, para abocar
en estos días, cuando los implicados han sido llamados a declarar en juzgado,
en una de las mayores crisis de los últimos años, al menos en lo que toca a la
credibilidad política del partido de los empapelados.
A mí, una vez más, me tranquiliza el comprobar que aún nos
queda, a la ciudadanía, la esperanza de que jueces y Guardia Civil siguen ahí,
discretos pero dispuestos, y que, mientras no cambien las cosas, en cuanto a la
independencia del poder judicial, o la pérdida del carácter militar de la
Benemérita, podemos seguir con nuestras vidas, despreocupadas en estos aspectos
de la estructura del estado, sabiendo que ellos, los guardias civiles, lo
volverán a hacer, cuantas veces haga falta.
Raúl Suevos
A 29 de febrero de 2024
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