Pueblo viejo de Belchite

 

Hace ya muchos años que visité por primera vez el pueblo, las ruinas. Casi unos cincuenta años, como joven cadete formando parte de una actividad académica sobre los antiguos campos de batalla de nuestra Guerra Incivil. Aún recuerdo la intervención de un viejo profesor que había sido agente de transmisiones, un puesto de los más peligrosos, durante el cerco de Belchite y la fallida ofensiva republicana sobre Zaragoza. Toda una experiencia aquella excursión.

El otro recuerdo es el de la puerta de la que fuera hermosa iglesia de aquella villa. En ella, escrita con tiza, lucía una breve copla: “Pueblo viejo de Belchite, ya no te rondan zagales, ya no se oirán las jotas que te cantaron mis padres”. Una declaración que más tarde supe dio pie para una jota que aún hoy se canta a menudo en Aragón. Cada vez menos, pues cada vez hay menos zagales.

Estos últimos días nos llega la noticia de la desaparición, autoinfligida dicen, de David Lafoz, un zagal de 27 años de Belchite que se hizo conocido estos años por sus intervenciones en las manifestaciones por la cuestión agraria, y también por ser de los primeros en presentarse con su tractor en la zona de Paiporta tras la terrible Dana de hace unos meses. Una noticia absolutamente dramática.

El mozo dejó escrito, al parecer, que “estaba cansado de trabajar diez y ocho horas para no poder vivir”, y ahí, más allá de la tremenda desgracia personal que supone su perdida, es donde reside el drama, porque detrás de ello subyace una presión económica voraz sobre los agricultores que llega desde tres frentes al menos: los costes de producción cada vez más elevados, la presión a la baja de los precios por parte de los grandes grupos agroalimentarios, y la competencia, para muchos desleal, de los productos que llegan desde el exterior, con especial mención a Marruecos.

A todo lo anterior conviene, no ya añadir sino anteponer, la presión administrativa de todo tipo que llega por medio de las políticas agrarias de la Unión Europea, que en la mayoría de los casos convierten la vida del pequeño agricultor en una pesadilla difícil o casi imposible de gestionar. El zagal de Belchite no pudo con todo esto y tiró la toalla. Ye lo que hay.

Las políticas modernas se mueven al socaire de las bolsas potenciales de votos, y en el campo hay pocos, tanto en Aragón como en los valles asturianos, cada vez más despoblados, y, por supuesto, con menos futuro. Sólo hay que mirar los pocos niños que pasean por Gijón, y los perros que los suplantan. Ahí está el futuro, y la política.

Descansa en paz, David.

Raúl Suevos

A 11 de julio de 2025

Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com


Comments

Popular posts from this blog

El general Gan, una novedad a la italiana

Se ha ido el Chío

¿...Y dónde está el JEMAD?