Viaje a la entrañable Teruel
Este jueves por la mañana me he ido a Teruel. La cita era a las ocho de la tarde para dar una conferencia sobre la Revolución cubana pero se trataba de aprovechar la oportunidad para pasear y disfrutar la Ciudad de los Amantes así que tomamos la carretera temprano, después de desayunar, con el ánimo alegre y dispuestos a disfrutar la experiencia.
El viaje por carretera es cómodo, dicen que del ferroviario mejor no hablar, y uno se da cuenta que el tráfico, sobre todo de camiones, es importante; tanto que el carril derecho muestra por el traqueteo del coche como por los tramos renovados que es una vía de importancia. No es para menos, esta autovía debiera ser uno de los grandes ejes europeos ya que representa la línea más corta para llegar desde el levante español, la gran zona hortofrutícola de Europa, hasta Paris, Bruselas y, en general, todo el norte del continente. Pero la autovía, hacia el norte, acaba en Huesca y aunque en estos momentos se trabaja en el desdoblamiento de la carretera hasta Jaca, aún queda subir hasta el túnel del Somport y, peor aún, el cuello de botella que supone la ruta francesahasta Pau.
Ni soy economista ni tampoco funcionario de las instituciones europeas pero desde la perspectiva española no puedo entender como, con la que está cayendo en el País Vasco y en Cataluña y sus posibles implicaciones para la libertad de movimientos en caso de tensiones políticas, no se potencia una ruta que, además de directa, serviría para vertebrar el territorio aragonés que hoy por hoy bascula casi por entero entorno a la capital zaragozana y que, con un eje europeo como este, generaría el suficiente atractivo como para que algunas empresas viesen la zona con otros ojos para un posible asentamiento.
Ya en Teruel y después de la cariñosa acogida de Miguel, nuestro anfitrión, pudimos dedicarle un tiempo a la ciudad, tesoro de la arquitectura mudéjar con sus atractivas torres polícromas pero también con unos cuantos ejemplares del mejor modernismo yunas forjas en hierro absolutamente espectaculares. Casi todo es visitable, torres y catedral pero también el museo arqueológico provincial, muy bien estructurado en la presentación de su colección en un palacio aragonés renacentista y del que disfrutamos especialmente, todo ello pese a una lluvia finísima que recordaba Asturias si no fuese por la temperatura heladora y que no parecía acobardar al personal que llenaba las calles de la ciudad.
La ciudad, que con la iniciativa de “Teruel también existe” ha adquirido algo de la notoriedad que por mucho tiempo se le negó, tiene en su entorno, según nos explicaron,una mina histórica aún por descubrir que viene de la mano de la “Batalla de Teruel” contoda una multitud de posibilidades aún por desarrollar. Es de suponer y de esperar que con la descarbonización que el actual gobierno parece impulsar y las implicaciones que esto tendrá para la provincia todas las opciones serán dignas de valoración, también esta.
Respecto a la conferencia poco que decir, no me toca a mí valorarla, pero espero que fuese amena al menos y, por las preguntas a su finalización, creo que puedo pensar que también fue interesante. El caso es que después, los organizadores, nos agasajaron con una pequeña degustación de vino aragonés y jamón de Teruel, y sobre todo una amena conversación en la que se podía descubrir una enorme preocupación por el próximo cierre de la central térmica de Andorra y todo lo que eso conlleva, especialmente la pérdida de puestos de trabajo y la subsiguiente desertificación del territorio. Apuntaban también su tristeza ante la falta de dotación en los nuevos presupuestos nacionales para la recuperación del ferrocarril Bilbao-Levante, pese a las muchas promesas hechas, una vía férrea, como la de la autovía, que sería también de gran ayuda para impedir que Teruel se convierta en una completa reserva biológica de la humanidad a disposición de todo tipo de visitantes como los que ya vienen a Dinópolis buscando restos de dinosaurios o como el hijo de Donald Trump a la búsqueda de trofeos cinegéticos, en la que los pocos habitantes serían también parte del espectáculo. El ambiente y los sentimientos de todas estas personas era de franca tristeza y desaliento, y espero que las señales que ellos, y yo también, perciben, sean equivocadas y que el futuro depare más alegrías de las que ahora parecen negarse a los turolenses.
Al día siguiente el frio, típico de estas fechas en Teruel, nos desanimo lo suficiente como para tomar el camino de vuelta tras el desayuno. A unos pocos kilómetros, a la altura de Caudé, el día, sin las nubes bajas de la víspera, permitía contemplar la aglomeración de aviones en el viejo aeropuerto militar, ahora reconvertido en aparcamiento cosmopolita de grandes aviones comerciales de todas partes del mundo, también en aéreo-escuela e incipiente centro de reparaciones aeronáuticas, todo un ejemplo de que las comunicaciones, en este caso aéreas, pueden convertirse en un nicho a partir del cual diversas actividades económicas, y con ellas los puestos de trabajo, pueden desarrollarse.
Llegados aquí, nos queda el recuerdo de unas excelentes personas, en una pequeña ciudad cargada de historia, riqueza arquitectónica y también con un paisaje lleno de nubes tormentosas que espero que se deshagan antes de que provoquen un desastre.
Raúl Suevos
A 19 de enero de 2019
Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com
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