El hombre del saco está en la puerta
Estábamos tan tranquilos pendientes de la Champions,
siguiendo como algo lejano y ajeno las informaciones que diariamente llegan de
China, al fin y al cabo “los nuestros” ya salieron del Gómez Ulla sin novedad,
cuando repentinamente descubrimos que también en Europa puede suceder, también
aquí el confinamiento de una población es algo perfectamente posible, y lo que
es peor, el coronavirus.
Es como si el hombre del saco, ese que antes se usaba para
meter miedo a los niños –ahora puede ser una forma de acoso susceptible de
denuncia- estuviese picando a nuestra puerta. ¡La epidemia ya está aquí¡ y de
pronto sentimos un escalofrío de pánico. Lo observamos desde la mirilla de la
puerta, sin abrir, con la esperanza de que se canse y se vaya pero sabiendo, en
el fondo, que no será así, que acabará por colarse por una ventana, por los
respiraderos del baño, o por algún sitio que no controlamos. Es lo que tiene el
pánico.
En tiempos antiguos las pestes tardaban años en desplazarse.
Lo hacían a hombros de comerciantes o peregrinos, es decir, a pie y con muchas
y largas paradas. Cuando encontraban una frontera cerrada por razones políticas
podían detenerse meses, incluso años, aunque acababan por pasar y diezmaban la
población de Europa. Ahora todo es mucho más rápido.
El mundo se ha hecho, a golpe de avión, mucho más pequeño que
el del Medievo; y los viajeros no son unos pocos sino que son millones, muchos
más con el invento maligno de los vuelos de bajo coste. La cifra de pasajeros
anuales es asombrosa. Si antes no se podía poner puertas al campo ahora hacerlo
en el cielo es aún más difícil. Y Codogno, el centro del coronavirus italiano,
esta a una hora de camino de Milán y Bérgamo, importantísimos nodos aéreos con
varios vuelos diarios hacia España.
Con todo y con ello no hay aún motivo para preocuparse puesto
que nuestro sistema sanitario es de gran calidad, según las palabras del
presidente del gobierno ayer en Bruselas, y no seré yo quien dude de la palabra
de un presidente. Quizás habrá que ver lo que piensan los consejeros
autonómicos puesto que la competencia es de ellos o quizás pensaba el
presidente en el sistema de sanidad militar sin saber –esas menudencias no son
de su competencia- que por instalaciones y plantillas está hoy casi desguazado.
Algo tendría en la cabeza, seguro.
El hombre del saco puede hoy disfrazarse de histeria
colectiva, como en Ucrania, con gentío apedreando el autobús donde se conducía
a compatriotas no contagiados hacia la cuarentena. ¿Estarán las granjas de
trolls rusos detrás de esas jaurías? Nunca se sabe, hoy todo es posible y la
guerra todo lo justifica pero, en cualquier caso, nuestro gobierno haría bien
en ir un poco más allá puesto que esta vez no hay aún retro-virales disponibles
como cuando para resolver la posible crisis de imagen gubernamental con la Gripe
A de 2009 Trinidad Jiménez compró 37 millones de dosis que nunca llegaron a
usarse.
Nuestro gobierno de coalición es, por construcción, un
gobierno débil al que acechan en cada recoveco del camino distintas amenazas,
su propia composición, la decadente economía, los independentismos rampantes y
ahora este hombre del saco cargado de coronavirus. A ver cómo lo solventa.
Raúl Suevos
A 22 de febrero de 2020
Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com
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