El triunfo de la necedad totalitaria

 

No pude aplaudir este año a Roca Rey en el Bibio, la hermosa plaza de toros de Gijón, otros menesteres me mantuvieron a distancia del ruedo esos días y me quedé con las ganas. Ha sido un mal año este del covid para la fiesta de los toros, como para otras muchas actividades que, con la llegada de la vacuna, parece que van recuperando el ritmo poco a poco.

En Gijón le esperan años duros al toreo. La señora alcaldesa acaba de anunciar que no se volverá a sacar a concurso la plaza; la señora, al parecer, abomina de la fiesta y le importa un bledo, por muy socialista que sea, las repercusiones que, a nivel nacional, pueda tener en el empleo, tampoco le interesa saber, pese a su talante ecologista, qué pasará con las dehesas y prados en los que se crían esos hermosos animales, ni, por supuesto, los cuatro duros que puedan ganar aquellos empleos veraniegos que se implementan, como acomodadores, almohadilleros o camareros, en los días de corrida. A la señora alcaldesa, según sus palabras, le ha ofendido ulterior y críticamente que entre los toros lidiados estos días hubiese uno de nombre “feminista” y otro “nigeriano”, algo que, al parecer, supone un profundo atentado a los valores que la sociedad gijonesa atesora. Menos mal que no hubo un “afgano” porque con la que está cayendo es capaz de ordenar la demolición de la plaza de toros. Señor, qué cuadro.

Es curioso el comportamiento de esta señora ya que, pese a su filiación política, a mi me recuerda mucho a los gobernadores civiles de los tiempos de la oprobiosa, que tenían el ordeno y mando como regla de actuación básica durante el ejercicio de su magistratura. La señora alcaldesa parece, vista su acción ejecutiva, tener claras tendencias totalitarias, aunque algunas las camufle detrás de un inatendido consejo ciudadano, y ahí está para recordárnoslo la “temporal” reforma del Muro de San Lorenzo, donde, por cierto, sigue sin haber trazas de la bandera de España, algo cuanto menos chocante para una ciudad que pretende ser faro del turismo norteño. En fin, supongo que todo esto puede ser debido a esas secuelas tan poco conocidas del covid.

Gijón, capital económica del Principado, bracea desesperadamente para salir a flote en unos tiempos que se lo ponen difícil a todo el mundo, y no parece que, con prohibiciones o zancadillas a actividades legitimas que responden a aficiones asentadas secularmente, se vaya a mejorar la vida de la población. No quiero pensar qué sucederá si la señora alcaldesa se entera de que las espuelas que usan los jinetes en las Mestas no producen caricias.

Raúl Suevos

En Gijón a 18 de agosto de 2021

Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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