Raúl Castro sigue firme
A principios de la anterior década me encontraba destinado en
La Habana. Eran tiempos de transición interna, con Fidel retirado voluntariamente
a su puesto de “soldado de las ideas” y su hermano Raúl tratando de vender una
supuesta singladura del régimen hacía un nuevo estado de la nación que nunca llegaría
siquiera a salir de puerto, por más que en la Asamblea cubana se aprobasen unos
“Lineamientos para la actualización económica y social” que desde el principio
provocaron escepticismo entre los cubanos, y sólo generaron esperanza en los
extranjeros afincados en la isla que, como suele suceder, aunque pretendiésemos
lo contrario, no nos enterábamos de por dónde soplaba el aire.
A Raúl Castro, por aquel entonces, ya le enterraban cada tres
por cuatro, incluso antes que a su hermano, el Comandante, que aún aguantaría
hasta noviembre de 2016. Le otorgaban todo tipo de enfermedades terminales, las
más de ellas relacionadas con la ingesta del ron cubano al que, supuestamente,
debía ser muy aficionado desde temprana edad; pero todo era inútil, y el
antiguo comandante del Segundo Frente seguía allí, impertérrito, viendo pasar
el tiempo y cambiar los presidentes del gran Satán yanqui. Y ahí sigue.
En los actos del Primero de mayo, coñazo al que era
regularmente invitado, y me permito el peyorativo adjetivo en homenaje al señor
Rajoy cuando era líder de la oposición y tenía que acudir al otoñal desfile
madrileño, hacía gala de buena forma física aguantando estoicamente el
justiciero sol caribeño y la homicida humedad de La Habana sin apenas
pestañear, o eso me parecía a mí que sufría el castigo bajo una boina de
fieltro, mucho menos adaptada que el sombrero de guajiro bajo el que Raúl se
cobijaba. El apriete de manos que me sacudió en una de esas ocasiones refrendaba
la buena salud que a distancia aparentaba.
En lo económico su afirmación se produjo con la llegada del
Periodo especial tras la salida de los rusos en el 89 y el permiso de Fidel para que los
militares fuesen por libre y, para ello, Raúl puso a Julio Casas Regueiro, su
mano derecha, a desarrollar un sistema económico propio para las Fuerzas
Armadas, con el gijonés de origen Álvaro López Miera, hoy ministro del MINFAR,
como relevo natural, y su joven yerno Luis Alberto R. López-Calleja como
aprendiz y futuro director de lo que sería con el tiempo el principal entramado
económico del país, GAESA, el grupo administrativo empresarial de los militares
cubanos que hoy controla más del 60% de la economía del país.
Un infarto inesperado ha liquidado los planes de Raúl y la existencia de su yerno, y sin
embargo, en la fotografía que ilustra la información del funeral laico de
López-Calleja, podemos apreciar a un enorme y a la vez intrascendente
presidente Díaz Canel, un agotadísimo en sus 90 años Ramiro Valdés, un
desfondado López-Miera, y un firme y marcial general de ejército Raúl Castro quien,
pese a sus 91 años, me temo que, para desgracia de Cuba, mantiene aún tensas
las riendas de Cuba aunque haya perdido a un gran colaborador.
Raúl Suevos
A 3 de julio de 2022
Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com
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