Targeting
Este palabro inglés, en contra de lo que algunos pudieran
pensar, no va de tarjetas de crédito sino de objetivos, o blancos si prefieren.
Es de uso generalizado desde hace tiempo en el mundo militar moderno y hoy en
día alcanza también otros muchos campos; fíjense si no en las audiencias target
de los medios de comunicación, o las audiencias target de los partidos
políticos. Pero es en el campo de batalla donde desarrolla su definición
precisa.
A nivel táctico, es decir, en la zona de combate, las unidades
de artillería trabajan con una target list que les habrá llegado, generalmente,
de la mano de las unidades de inteligencia y serán objetivos, generalmente
también, legítimos; es decir, que no vayan en contra de las leyes de la guerra
por su condición de sanidad, cultura, etc. Aunque a veces se produzcan errores,
como cuando los norteamericanos bombardearon la embajada china en Belgrado. Un
error de targeting.
Si la tensión aumenta entre dos posibles contendientes sus
unidades de inteligencia se apresuran a desarrollar listas de objetivos; y no
hay que pensar mucho para deducir que cuando, como en el caso de Rusia y
Ucrania, antiguos miembros de un mismo estado, se mantiene una guerra no
declarada desde 2014, sus target lists cuentan con una precisión casi absoluta.
Se bombardea lo que se quiere bombardear.
La penúltima atrocidad de esta contienda ha sido el mortífero ataque
con misil a un centro de detención en territorio controlado por Rusia en el que
se hallaban los combatientes de la factoría de Azovstal, muchos de ellos
pertenecientes al Batallón Azov, rabiosamente nacionalistas y auténticos
demonios nazistas para la propaganda rusa. Prácticamente los principales
responsables de la “operación especial” de Putin. Ni un vigilante herido.
Dicen los rusos que han sido los ucranianos para impedir que
los prisioneros, ante las persuasivas técnicas de interrogatorio rusas se
supone, empezasen a contar los secretos militares de Ucrania, aunque es
bastante dudoso que los miembros de un batallón sepan mucho de secretos
militares una vez que su posición ha caído. Dicen los ucranianos que ha sido el
tristemente conocido grupo de mercenarios Wagner para impedir que los
prisioneros, llegado el momento, contasen las atrocidades a las que estaban
siendo sometidos. Quizás más plausible.
Este blanco, target, objetivo, con los Convenios de Ginebra
en la mano, no es legítimo pero es muy probable que, con el paso del tiempo y
la llegada de nuevas atrocidades vaya quedando difuminado entre la niebla de la
guerra, aunque estos días, a mí, me llama la atención cómo algunos, aún, y
después del cúmulo de indicadores del vesánico ejercicio del poder y la
política de Putin y el bestial desenvolvimiento del ejército ruso desde el
inicio de las operaciones, aún puedan dar pábulo a la versión de que fue un
misil HIMARS norteamericano el responsable de la matanza. Ye lo que hay.
Raúl Suevos
A 31 de julio de 2022
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