Navarra ya no es Navarra
Hacía ayer frío en Pamplona, nada que no correspondiese al
mes de diciembre, pero, con eso del cambio climático, lo que antes era normal
ahora parece una invasión polar. Todo va cambiando, quizás demasiado rápido, y
los mamíferos bípedos que pululan por el país también lo notan, lo sufren, lo
asumen, y actúan en consecuencia.
El clima político de Navarra hace ya mucho tiempo que empezó
su evolución, y el de hoy nada tiene que ver con el de hace unos años. Poco
queda de lo que representaba el viejo reino. Ni siquiera los sanfermines, que
hoy son pura mercadotecnia y economía. Ni tampoco la Ribera, histórico eslabón
de la cultura del Ebro que llegó a contar con el “tercer rey de España” en los
tiempos de Musa Ibn Musa, y que hoy es pasto de las ikastolas vascuences con su
inherente proceso de aculturación desde la infancia. Ye lo que hay.
Ayer hacía frio en la antigua Pompaelo. Convocaba la
asociación de víctimas del terrorismo de Navarra, casualmente en el 35º
aniversario del atentado al cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, aún hoy
esperando que el mandante, Ternera, sea puesto a disposición de la Justicia.
Convocaba para mostrar su rechazo a la “expulsión” de la Guardia Civil de
Tráfico de la foral Navarra, y respondieron tantas organizaciones y partidos
que cabía esperar falta de espacio. Pero no.
Unos cuantos centenares, quizás mil, no había más allí. Y
ello pese a la presencia de casi todos los líderes del arco conservador navarro
y nacional. Ni por esas. Navarra ya no es Navarra; es un apéndice del País
Vasco; la vieja aspiración de los líderes independentistas herederos del
racista Sabino Arana. Por eso ayer podía apreciarse un sentimiento de decepción
al percibir que del viejo reino queda ya muy poco. Y aún menos quedará.
No puedo imaginar una solución. Nuestro sistema electoral nos
hace cautivos de esos votos independentistas, mucho más concentrados y rentables
que en el resto de España, y para modificar la situación habría que cambiar el
Sistema electoral; algo, viendo cómo se las gastan los dos grandes partidos
nacionales, inimaginable actualmente.
Ese cambio legal, a mí me parece imprescindible si queremos
mantener la esperanza de una nación española. Con un sistema electoral mixto, a
la alemana, se acabarían los chantajes al partido del gobierno. Esos chantajes
que hoy parecen arrastrarnos hacia un precipicio del que, me temo, ni Europa
podría librarnos.
Con ese cambio quizás Navarra podría llegar a ser consciente
de que no son hermanos de los vascos, tan etnicistas ellos, que sus halogrupos
del ADN mitocondrial son diferentes de los bereberes, que ellos ya estaban en
esas tierras cuando los vascones, desertores de las tropas de Aníbal, pasaron
camino del País vasco.
Raúl Suevos
A 12 de diciembre de 2022
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