Cierre de Feria en Gijón
Finalizó ayer la Feria taurina gijonesa con una corrida de
excelente entrada, aunque no tanta como en los festejos del Juli, y el de la
víspera con Morante, Roca Mora y Manzanares. En todo caso, cabe hablar de éxito
rotundo de la alcaldesa Morillón, que se había empeñado en su programa
electoral con el retorno de los toros, y, además de cumplir, en tiempo y forma,
con lo prometido, finaliza su apuesta sin que haya habido ningún percance en un
coso que la anterior corporación había usado como coartada para acabar con la
Fiesta nacional de un plumazo. Ayer se les vio el plumero.
En la de ayer tarde, con Castella, Talavante y Rufo, los
toros flojeaban de manos ya de entrada, lo que hacía que los más nerviosos
reclamasen la devolución desde el comienzo, si bien, el trabajo mesurado de los
diestros, hacia que todos ellos diesen suficiente juego como para que los tres
cobrasen doble apéndice para salir por la puerta grande. Quizás, en algún caso,
con algo de regalo por parte de un presidencia populista, que no aguantaba el
tirón de los tendidos. Ye lo que hay.
A mí, aficionado de moderada pasión, me ha encantado que los
toros vuelvan a Gijón y su hermosa plaza. Una instalación cuyo futuro pasa, con
independencia de los toros, por una sólida transformación que la convierta en
espacio multiusos a lo largo de todo el año, y pienso en el exitoso cierre del
techo de la de Zaragoza como posible solución. Pero más allá de que exista o no
tal proyecto, quien mejor ha descrito el presente y futuro de los toros
gijoneses ha sido la propia alcaldesa quien, en entrevista reciente, declaraba
que “habrá toros en Gijón mientras la afición lo haga posible”, y es que, por
encima de todo, incluso de lo cultural y tradicional, estamos ante una
actividad económica de múltiples ángulos, en la que el paso por taquilla
señala, con meridiana claridad, el estado de la Fiesta.
Hubo también el primer día de Feria, con despedida de Hermoso
de Mendoza, que deja herencia en su hijo, la consabida manifestación de
animalistas, menos numerosa que otros años aunque igualmente gritona, y a la
que el Juli, el día siguiente, haría el regalo de Caritativo, primer indulto en
la historia del coso del Bibio según me dicen; un detalle que ellos estarán
lejos de comprender en toda su dimensión, pero que grita el enorme sentido
ecológico de la Fiesta, compendio de reglas en su reglamento, que tienen como
finalidad la defensa de la dignidad del animal.
No son buenos tiempos para las dehesas, en plena vorágine
animalista, pero, por ahora, seguiremos yendo a los toros en Gijón.
Raúl Suevos
A 19 de agosto de 2023
Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com
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