El quilombo hispanoamericano

 

Este domingo 10 de diciembre es un día de gloria en Argentina. Más allá de la personalidad del nuevo presidente, que dará, probablemente, para abrir muchas primeras páginas en el futuro, lo que queda y se celebra es que los argentinos han decidido dar un volantazo a los destinos de la nación.

La palabra quilombo, muy usada en Chile y Argentina, tiene una acepción como lupanar, prostíbulo, o burdel; y una segunda como caos, desorden o barullo, que también ha ganado una cierta importancia y uso en España; y es este segundo significado el que parece que describe lo sucedido en Argentina, donde la situación política ha llegado a tal nivel de deterioro que los argentinos, por lo que se ve, decidieron votar, no para elegir al señor Milei, que también, sino para deshacerse del Kirchnerismo, o lo que es lo mismo, el peronismo en su versión más decadente.  

Un poco de quilombo también podemos encontrarlo en el sequito del rey de España –a ver si pronto puede poner en lista de revista a la princesa Leonor para que le sustituya en estos viajes- que, quizás por el rechazo manifestado por el doctor Sánchez, sólo ha merecido ser acompañado por un secretario de estado, tan válido como un ministro a los efectos de refrendar los actos del jefe del estado, pero que ha servido para avivar la llama, nunca apagada, de las rencillas de la política nacional. Ye lo que hay.

El quilombo político argentino tiene difícil solución, pero parece obligado darle un margen de confianza al nuevo presidente, que después de meses, años incluso, predicando barbaridades, ahora tendrá que dar, intentarlo al menos, trigo. Y sólo tenemos que mirar al caso italiano, con una Georgia Meloni, de la que se esperaba poco menos que el hundimiento de su país, y que hoy, apenas un año después, concita la admiración de Europa, y el favor, según encuestas, de la mayoría de sus conciudadanos.

Argentina, en todo caso, podrá cambiar sus opciones en próximas elecciones, pues se trata de una democracia plena y efectiva, en la que la alternancia en el poder se produce sin ningún problema, como muestra su historia reciente. Un espejo en el que podrían mirarse sus vecinas Venezuela, Nicaragua, o Cuba; países en los que, tras la apariencia de elecciones, un paripé realmente, sus dictadores se perpetúan en el poder, a costa de la libertad de sus conciudadanos.

El quilombo venezolano, cada día más acorralado, ahora, y después de haber abandonado durante años sus justas reclamaciones, despliega tropas en su frontera con Guyana y reclama la cuenca del rio Esequibo, en una huida hacia adelante que puede acabar bailando un joropo de sangre.  

Raúl Suevos

A 9 de diciembre de 2023

Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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