Navidad milanesa
Está Milán impresionante, como siempre, y especialmente en
estas fechas navideñas. Es toda ella una luminaria, y dicen que es la que más
refulge desde el balcón extraordinario de la estación orbital. Es como una
obligación para la ciudad, mucho más allá que los leds de nuevo rico del
alcalde Caballero. Una devoción hacia su vitola de capital económica de Italia
desde hace ya mucho tiempo, desde antes del Risorgimento incluso.
A mí, que la visita me toca por la parte familiar, me pide el
cuerpo acercarme a las siempre concurridas, casi tumultuosas, galerías de Vittorio
Emmanuele, pegaditas a la Piazza del Duomo, y que, para estas fechas, emplazan
en el cruce de las mismas un enorme abeto navideño, cada año más llamativo, y
cabría decir que suntuoso.
Los últimos años fue la conocida firma Swarovski la
responsable de adornar, o diseñar si prefieren, los ornamentos del navideño
abeto. Y fue un éxito enorme en cuanto a público, a sus comentarios, e,
indudablemente, en cuanto a proyección publicitaria de la firma, algo que ha
llevado este año a dar un salto cualitativo, o quizás debiera decirse
crematístico, a la operación de relaciones públicas.
El brinco, más que salto, ha venido de la mano de Gucci que
ha diseñado un abeto con baules, maletas, maletines y bolsos de la afamada
firma que, dicen, ha supuesto en conjunto el desembolso de un millón de euros.
Sí, un millón, es lo que se comenta. Y todo para nada, o, al menos, para
rechazo verbal de los milaneses, y visitantes entre los que me incluyo, que
opinan, opinamos, que el resultado es un adefesio que atenta a la tradición y
dan un salto más en la carrera mercantil en la que se ha convertido lo que
antes era familia, tradición y religión. Ye lo que hay, y a mí me recueda
nuestro gijonés árbol de sidra.
Lo mercantil va tan lejos que en Italia, también estos días, sólo
se habla del millón de euros de multa que le han impuesto a la más famosa de
las influencers italianas, Chiara Ferragni, quien el pasado año lanzó una campaña
de panettone, supuestamente benéfica, por la que se habría embolsado ese millón
de la multa, y habría enviado 35 mil modestos euros para beneficencia. Toda una
bullshit, en inglés para evitar el mal olor en español, que amenaza el imperio
publicitario que la señora había montado en torno a su persona y la de su
marido, un afamado rapero italiano. Cosas.
Por lo demás, la terrible señora Meloni, peor para algunos
que el propio Duce, parece que lleva bien al país, con mejora en casi todos los
parámetros, especialmente en el aprecio de los italianos, según encuestas.
Feliz Navidad.
Raúl Suevos
A 21 de diciembre de 2023
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