La playa de Aboño

Los vecinos de la Calzada de mi quinta, la oculto intencionadamente, recordarán aquellos domingos de verano en los que muchas familias tomaban el tranvía del Musel para después, tras atravesar el túnel de Aboño, pasar el día en aquella playa tan hermosa y familiar. Porque sí, era tan particular que hasta los guaes teníamos el divertimento asegurado con la caza de anguilas, que en aquel entonces eran abundantes. San Lorenzo quedaba más a desmano para los vecinos del barrio.

Con aquel tranvía también nos escapábamos hasta la playa del Tocote, pasada la fábrica de la Casera, en la que trabajé varios veranos ya adolescente, y del que nos tirábamos en marcha sin pagar billete al reducir la velocidad en la pequeña cuesta que allí había. Eran tiempos en los que los mismos guaes confeccionábamos unos primorosos gomeros de alambrón forrados de hilo de cobre para ir a aniquilar, que no cazar, gaviotas, por mero placer infantil, pues nada sabíamos de plagas o naturaleza.

Fue por aquel entonces, creo recordar, cuando se comenzó el relleno, debajo de donde se encuentra el hospital de Jove, de la ampliación del Musel, y con ello el tráfico inacabable de camiones por Cuatro caminos trayendo los escombros de todo Gijón y alrededores. Y, supongo, pues entonces nada me preocupan esas cuitas, que el hartazgo de los vecinos por el ruido, la suciedad, y el trasiego general que ello suponía.

Más tarde vendrían otras ampliaciones en el Musel, y con ello más tráfico por la misma ruta, con especial dedicación para las producciones de la Uninsa, con salida de acabados y entrada de minerales desde ese puerto tan vital para la economía de la ciudad y de la región. Con ellos, cuando soplaba y sopla el Gallego, también aterrizaban sobre el barrio las microparticulas de los hornos y las fundiciones. Y así hasta hoy.

Hoy es de nuevo tiempo para que los vecinos de la Calzada, y todo Gijón con ellos, se indignen ante el nuevo retraso del vial de Jove, que los deja una vez más expuestos, sine die, ante el ruido, el tráfico y la polución, como ciudadanos de segunda categoría, o tercera, quién sabe. Y uno no puede dejar de preguntarse cómo es posible que una región tan obediente con el partido del gobierno, en la que el concepto de alternancia política no tiene prácticamente significado, sea tan maltratada, de forma sistemática, por el ministerio de transportes.

Seguimos con un Ave-cilla para viajar a Madrid a precios Renfe por falta de competencia, y pagando dos peajes para llegar allí por carretera, pero Barbón defiende al ministerio, quizás por miedo a que le arreé uno de sus twittazos. Ye lo que hay.

Raúl Suevos

A 23 de marzo de 2024

Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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