Art Decó en la Fundación March

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Consideran los estudiosos que el Art Decó nació en 1929. Algunos ubican el parto con la Villa Balmain de Bruselas, donde acaba de inaugurarse una exposición sobre el asunto, y a mí me ha hecho recordar un escrito de hace diez años cuando, con ocasión del 90º cumpleaños, en Madrid se desarrollaron varias actividades. 

Art Decó en la Fundación March

Hay estos días en la Fundación March de Madrid una excelente exposición sobre el Art Decó. En ella se muestra un poco de todos los estilos que este movimiento desarrolló, arquitectura, escultura, mobiliario, joyería, tapices, diseño industrial, etc. Me ha parecido muy completa e interesante y, desde ya, la recomiendo a cualquiera que pueda tener un mínimo interés por esta corriente artística.

A mí la atracción me nació en Cuba. Allí hay montones de ejemplos, siendo el más conocido el edificio Bacardí y uno de los pocos bien mantenido. El resto de ejemplares, como todo lo cubano, se encuentra en un estado de decrepitud y abandono que da pena. Aún, con todo eso, el día que la situación cambie –hace ya más de 50 años que se espera tal acontecimiento- estoy seguro que será una de las rutas específicas de la ciudad de La Habana, sin nada que envidiar a la que ya existe en Miami, al contrario, superándola.

El caso es que con la exposición se me abrió el apetito Decó y ayer no fuimos a escuchar una conferencia que, allí mismo, tenía por ponente a José Manuel Bonet, famoso crítico de arte y actual director del Cervantes de París.

Al tal Bonet yo le conocí cuando, llegado de provincias a la capital y sin ningún conocimiento sobre la materia, me cayó encima la responsabilidad de ser el secretario del Premio de pintura Ejército, uno de los de más solera del país. Y, entre los jurados heredados, estaba el que entonces ejercía como director del Reina Sofía. Menudo nivelazo, pensé yo.

Como me faltaba uno para completar el cuarteto de jurados me traje de Jaca al entrañable coronel Topete, gran pintor de paisajes pirenaicos y mejor contador de historias. En las de montaña con él de protagonista era capaz de haber subido a picos que ni siquiera existían. Hay que decir en su descargo que no era el único.

El día de la decisión, con todos los cuadros desplegados en el patio del Palacio de Buenavista, se vio enseguida que el clásico Topete y el rompedor Bonet chocarían, como así fue. Al final incluso yo, analfabeto funcional, tuve que intervenir para impedir que una extraña cosa con CDes pegados a la tela se llevase el primer premio. El resultado, como creo sucede en estos casos, fue transaccional entre estos dos guerreros y el resto de jurados, y yo mismo, nos limitamos a contemplar la pelea entre sonrisillas cómplices.

De vuelta con la conferencia, que con estas premisas pensaba que sería interesante, tengo que decir que me decepcionó un poco. El título exacto era Atlas Decó y yo me esperaba un recorrido por el Decó del mundo, y así fue, pero, en mi opinión, pobre más que modesta, demasiado centrado en París, con muy poquito del resto y prácticamente nada de Cuba, que era lo que yo más esperaba. El señor Bonet aprovechaba además para introducir, de forma reiterada, personalismos de sus períodos como director del Reina Sofía y del IVAM valenciano. Por otra parte, casi todo su muestrario fotográfico, en lo que arquitectura toca, se centraba en el Decó más funcionalista, el más sencillo y puro, falto de casi todo tipo de adornos, y ese a mí, no me va. Eso sí, todo ello sazonado con adjetivos como canónico, prototípico y otros que quedaban un poquito pedantes.

De Cuba me traje la idea de los adornos rectilíneos, los escalonados, los bajorrelieves en fachada, los detalles curiosos. Y de allí también me traje el conocimiento de Manuel del Busto, el arquitecto asturiano responsable del palacio del Centro Asturiano de La Habana, actual Museo Nacional de Bellas Artes. En Gijón hizo de todo y su obra está casi toda en pie –Bonet nos ilustró con la Estación de Alsa- pero a mí me encantan los edificios de apartamentos con cierre en torreón y adornos aztecas ¿o serían mayas? Como este ejemplar de Marqués de San Esteban cruce con Pedro Duro. En él hay casi de todo y a mí me resulta poético -otra de las expresiones del señor Bonet-. Ahora está pudriéndose a la espera de mejores tiempos; una inmobiliaria lo compró entero justo antes del estallido de la burbuja y supongo que habrá que esperar hasta que la coyuntura permita darle el brillo que merece.

Cuando la economía se recupere y la inmobiliaria decida rehabilitar el edificio es muy posible que, euromillón mediante, me compre uno de los dos áticos.

17 de abril de 2015

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