Revisitando Rusia desde el club de Roma
Siempre me han gustado las conferencias. Suelo estar al día
de las programadas en mi ciudad y por ello me apena tomar conciencia de mi actual condición provinciana, porque la realidad española es que, como en casi todos
los órdenes, está lo de Madrid y luego lo de provincias.
Pertenezco a ese grupo de bichos raros que, libreta en mano,
toma notas en las conferencias. En mi caso porque mi memoria de mosquito me
obliga, y después, con los repasos de esos renglones, intento profundizar en el
asunto, si es que merece la pena, e ir un poco más lejos. Atesoro ya, cuestión
de edad, varias libretitas cargadas de apretada escritura que sólo su
propietario podría descifrar.
Esta mañana quien manda en casa me ha preguntado si podía
tirar una de ellas, y al repasar lo que allí había, para mí un pequeño tesoro,
me he encontrado con las notas de una conferencia en el Club de Roma de Madrid,
un 15 de diciembre de 2014, cuyo título era “el nuevo (des)orden mundial”, y
entre las notas que tomé, las relativas al señor Martín Ortega Carcelén,
entonces letrado y profesor universitario y hoy analista principal del Real
Instituto Elcano además de lo anterior, apuntaba en relación a Rusia, con la
ocupación de Crimea reciente, y los restos del avión de KLM derribado por los
rusos sobre el Dombás recién llegados a Holanda para su estudio, que: “Rusia
tiene cuatro problemas, demografía, expectativa vital de 60 años, educación
pobre-mejor con la URSS, economía de mono-producto y estructura oligárquica,
líder fuerte y hay que encontrar una salida honorable para Putin”, unas
sintéticas claves que dan para pensar ocho años después, o al menos para
repasar.
En relación con la demografía y la expectativa vital, tenemos
que añadir al perenne problema del alcoholismo, la bomba demográfica que
representa la muerte de más de cien mil jóvenes en los frentes de guerra, a los
que hay que añadir el millón calculado de jóvenes en edad militar y con
formación universitaria, especialmente los de las nuevas tecnológicas, que tras huir de Rusia, además de hacer bajar abruptamente esa expectativa vital, van a pauperizar el
tejido cultural-económico de la nación. Respecto al monoproducto económico, a
la vista está, puesto que los europeos lo sufrimos con la actual situación de
suministros y precios de los productos energéticos pero para Rusia, lejos de
mejorar, ahora se ven expulsados de un mercado libre y abierto, como era antes
de febrero de 2022, para encontrarse en las manos de unos pocos compradores,
especialmente China y la India, en condiciones de exigir unos precios muy
desfavorables para Rusia.
Nos queda la cuestión Putin, al que cada vez veo más
acorralado y con menos posibilidades para encontrar la salida honorable que
sugería Ortega Carcelén. Y las fieras acorraladas son muy peligrosas.
Raúl Suevos
A 30 de enero de 2023
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